El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define paroxismo como “la exaltación extrema de los afectos y las pasiones”. Al llevar esta definición al contexto social es posible trazar una relación con los rituales, los festejos y en general con las celebraciones que un grupo realiza y que por su sentido y función resultan ser fundamento de una comunidad al poner en escena la transgresión y el respeto a las normas, al cobrar valor social en clave de concentración y distribución de riqueza o al poner de manifiesto tejidos tácitos y explícitos de prestigio, estatus y consolidación del poder social, por nombrar solo algunos escenarios.
La celebración de festejos es connatural a la condición humana, y si se quiere, a la idea misma de cultura, a tal punto que nos resulta difícil pensar en una comunidad que no le otorgue un lugar de privilegio a la expresión comunitaria del paroxismo. En esta medida, si entendemos las celebraciones como mecanismos que se repiten en el tiempo y el espacio, y que armonizan y codifican maneras de actuar y de transmitir ideas o valores religiosos, sociales y políticos, este resulta ser en un tema de importancia central en la reflexión del patrimonio cultural.
Contextualizando la reflexión desde la contemporaneidad, podemos afirmar que buena parte del patrimonio cultural se estructura y agencia alrededor de manifestaciones, que allende el valor social, generan o dinamizan complejas estructuras económicas, entre las que sobresale por los volúmenes de inversión y ganancia, y consecuentemente por su poder, el turismo. En Colombia no existe una estadística confiable sobre cuántas celebraciones se realizan entre festivales musicales, fiestas patronales, carnavales, fiestas religiosas etc., las cuales, enmarcadas en la coyuntura que representan los días festivos o “feriados”, y las épocas de vacaciones (Semana Santa, Recesos Escolares, etc.), dinamizan múltiples circuitos económicos, movilizando ingentes recursos a lo largo y ancho de las fronteras nacionales.
En efecto, al año son 18 los festivos oficiales en Colombia (Tabla 1). Pero una consulta virtual desprevenida nos arroja, por ejemplo, que el portal Colombia Mágica1 discrimina entre carnavales, ferias, festivales, reinados y fiestas, una lista de 133 eventos. El portal de Colombia SA2 indica que son 308. E incluso, esta cifra podría elevarse como mínimo a 1.118, si consideramos una festividad por municipio (Sigot3), situación que no resulta indiferente a las industrias turísticas, quienes capitalizan el paroxismo de diferentes formas, por ejemplo, Aviatur4 señala que “en Colombia te puedes programar durante todo el año, ya que a lo largo del territorio se llevan a cabo numerosas ferias y fiestas que calcan la cultura e idiosincrasia de cada región”, destacando en el transcurso de un año por lo menos 40 eventos.
Ahora bien, su aprovechamiento económico es solo una dimensión del asunto ¿Qué pasa cuando esos sentimientos, afectos y pasiones, connaturalmente relacionados con la realización de festejos, entran a formar parte de las lógicas, los procesos y los aparatos propios del patrimonio cultural? ¿Qué efectos trae esto dentro del entramado de memorias, pertenencias y representaciones de una comunidad? ¿Cómo y porqué cambian o permanecen sus elementos? ¿Cuál es el correlato que desde las instituciones justifica, avala y acompaña estos procesos? ¿Cómo entender sus relaciones con la comercialización, espectacularización y exotización contemporáneas?
En este volumen contamos con valiosas perspectivas que tratan las preguntas anteriormente planteadas y, dicho sea de paso, este número del Boletín coincide con los primeros 10 años de existencia del Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico OPCA como proyecto y aventura colectiva que ha invitado e incentivado a la reflexión sobre el campo del patrimonio cultural. Son 15 boletines temáticos que además de la sección de presentación o Diálogos, recogen en total más de 90 artículos, además de la coorganización y convocatoria de sendos lanzamientos donde hemos contado con la participación de los autores de cada número o de invitados especiales. Esto sin contar la organización de eventos y exposiciones como el Concurso del Patrimonio Subvertido, la exposición de Organología colombiana, el Taller Internacional sobre Legislación y Arqueología y el Taller Nacional sobre Patrimonio en los Currículos Universitarios de Colombia, entre otros. Pero nada de esto se hubiera logrado sin el apoyo brindado por los lectores a quienes va un reconocimiento más que justo.
Este Boletín 15 lo iniciamos con un texto de Sofía Lara-Largo titulado “Patrimonialización Identitaria: El caso de la comunidad negra de Guamal, dentro del resguardo indígena de Cañamomo Lomaprieta, Caldas, Colombia”, en el que la autora nos proporciona una mirada a las dinámicas culturales, territoriales y políticas que tienen lugar allí, las cuales:
… ponen en evidencia diferentes procesos de patrimonialización de la cultura de lo afrodescendiente. Un análisis de las fiestas populares guamaleñas, específicamente del Carnaval Negroide, nos permite analizar dos vías de un mismo proceso de patrimonialización, en el que se ponen en juego distintas concepciones de la identidad étnica y comunitaria.
Por su parte, Andrea Pantoja Barco, en el texto “Naturaleza festiva en el Corpus Christi en el Guamo, Tolima”, nos invita a confrontarnos con el paroxismo festivo en un entorno muy singular. En efecto, como ella misma señala:
“La celebración del Corpus Christi implantada en la Nueva Granada por fray Cristóbal de Torres, en 1564, tenía como característica la construcción de “Paraísos terrenales” en los que se representaba a Adán y Eva en escenarios rebosantes de plantas y animales, y es justamente por la desbordante presencia de elementos en la celebración del Corpus en Guamo, Tolima, que podemos hablar de la fiesta de Corpus como un mecanismo de administración del paroxismo a través del exceso de naturaleza y del exceso del gusto: arcos y altares, comida dulce y, banquete salado. Estas tres expresiones del gusto re-territorializan el espacio urbano, lo sacralizan, lo ponen en tensión al convocar a numerosos asistentes y lo hacen objeto de disputa de los poderes locales: eclesiástico y civil. No obstante, son estos mismos elementos los que han permitido que la fiesta continúe en el tiempo y de alguna manera resulte sostenible y rentable”.
Las tensiones entre lo identitario local y lo nacional, se presentan como eje de la reflexión de Esteban Narváez Polo en su texto “Suenen trompas en su honor: el uso del pasado en el proceso de patrimonialización de las fiestas de Cartagena”. En este texto, el autor explora cómo;
La narrativa del pasado propuesta por el Comité de Revitalización de las Fiestas de Cartagena –CRFIC-, como promotores de la patrimonialización de las fiestas de la ciudad que se realizan durante el mes de noviembre, pretende orientar a la ciudadanía cartagenera a adoptar una postura con relación a la historia, al presente y al devenir desde una perspectiva “cartagenista”, esto es, desde una posición disociadora de la versión oficial de la “nación colombiana”, en la que se resalta el protagonismo de la ciudad como puerto principal en la época colonial, el heroísmo patriótico de sus mártires durante el proceso de independencia y sus bondades como ágora del turismo y la cultura regional y nacional en la actualidad. El discurso respecto de la fiesta novembrina cartagenera, fabricado con propósitos de obtener el estatus de patrimonio cultural inmaterial de la nación colombiana, maneja una segunda agenda, asociada a un intento por construir una comunidad de sentido que entrelaza lo histórico-patriótico y lo cultural-festivo para ubicar a Cartagena en el centro de la fundación de la República.
El Inti Raymi, visto y contado desde adentro, es la contribución que nos brinda Janneth Liliana Taimal Aza en “Sintiendo el Inti Raimy. La memoria ancestral como patrimonio del pueblo indígena de los Pastos”, un relato pormenorizado en primera persona de alguien que como miembro de la comunidad pasto, puede hacer un relato vivencial en el pleno sentido de la palabra, esas palabras que -como en los espirales de humo formado en los fogones a los que se alude en el texto-, trascienden en el tiempo.
Por último, Manuel Salge Ferro nos invita a explorar mediante un ensayo fotográfico, “el registro del registro” del Carnaval de Barranquilla. Una provocativa mirada a la compulsión fotográfica contemporánea, que ha sido amplificada por la difusión de dispositivos móviles que capturan imágenes y de aplicativos para compartir y archivar información.
Así las cosas, esperamos que disfruten de este nuevo número del Boletín y que nos acompañen en la celebración de nuestra primera década de existencia. A estas alturas del camino podemos decir que la tarea que nos trazamos de incidir en la percepción y gestión tanto del sector público como del privado en torno al tema del patrimonio cultural y arqueológico a partir de la producción de conocimiento derivado de investigaciones que produzcan información de primera mano, así como del monitoreo del acontecer mundial, nacional y regional sobre el tema, va por muy buen camino.
Festivos 2019 en Colombia
- 1 Enero
Año Nuevo - 7 Enero
Día de los Reyes Magos - 25 Marzo
Día de San José - 18 Abril
Jueves Santo (Semana Santa) - 19 Abril
Viernes Santo (Semana Santa) - 1 Mayo
Día del Trabajo - 3 Junio
Día de la Ascensión - 24 Junio
Corpus Christi - 1 Julio
Sagrado Corazón - 1 Julio
San Pedro y San Pablo - 20 Julio
Día de la Independencia - 7 Agosto
Batalla de Boyacá - 19 Agosto
La asunción de la Virgen - 14 Octubre
Día de la raza - 4 Noviembre
Día de Todos los Santos - 11 Noviembre
Independencia de Cartagena - 8 Diciembre
Día de la Inmaculada Concepción - 25 Diciembre
Navidad
Tomado de: https://www.calendario-colombia.com/calendario-2019