Para comprender el paisaje cultural (PC) como un sistema complejo de interrelaciones y procesos que se encuentra en constante transformación, compuesto por elementos contrapuestos, no siempre equitativos, alineados ni equivalentes; se debe partir de la conceptualización del patrimonio, no como elementos, sino como procesos culturales y sociales (Smith 2006) “complejos, entrelazados y contradictorios” (Winter 2013); el cual adquiere significado cultural cuando la comunidad le da valor más allá del objeto material (Castellanos 2010) y que responde a las experiencias de las personas según sus inquietudes en un momento de tiempo (Harvey 2001) determinado.
No hay mejor representación del patrimonio como proceso, que los paisajes culturales, a través de los cuales se comprenden las dinámicas funcionales de la vida diaria, al ser lugares de vida, de trabajo, de ocio, de sueños, de historia a través del tiempo. En estos paisajes se debe comprender dos aspectos: las “interacciones complejas, dinámicas y cambiantes fruto de los procesos sociales y económicos que conforman el territorio” (Hernández 2009) y por otro lado “las valoraciones sociales y culturales que esa sociedad tiene de su territorio” (Hernández 2009).
La idea del paisaje cultural es un concepto que data de 1925 (Amoruso 2019), con Carl Sauer donde “La cultura es el agente, el espacio natural es el medio, el paisaje cultural el resultado” (Sauer 1925) y este se encuentra “bajo la influencia de una cultura determinada, que cambia a través del tiempo, el paisaje se desarrolla, pasa por fases y probablemente llega en última instancia al final de su ciclo de desarrollo” (Sauer 1925). Aunque esta primera definición tiene en sí misma una concepción centrada en el ser humano, viendo al medio natural simplemente como un medio, propia de su tiempo, es interesante que, desde este momento, Sauer tenía en cuenta una evolución, en donde se nace, se desarrolla, se muere y puede volver a iniciar con las mismas características o unas nuevas.
Los paisajes culturales se redefinen constantemente, de acuerdo con los procesos sociales y culturales, pero, aquí la naturaleza no es simplemente un medio, ya que este se crea por una relación de intercambios equivalentes entre una comunidad, con una cultura que los identifica, y el territorio en donde se encuentran; por lo tanto, así como la naturaleza es cambiada por el ser humano, la cultura también se adapta a las características naturales del territorio.
En 1992 la UNESCO reconoció los PC como sitios de patrimonio, sin embargo, desde antes ya se estaban teniendo en cuenta sitios de patrimonio “mixtos” es decir que tuvieran cualidades naturales y culturales mezcladas. Según la definición de la UNESCO en 1992 los PC son “obras combinadas de la naturaleza y del hombre” (…). Son ilustrativos de la evolución de la sociedad y los asentamientos humanos a lo largo del tiempo, bajo la influencia de las limitaciones físicas y/u oportunidades que presenta su entorno natural y de sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas.” (UNESCO 2023).
Esta declaratoria vino con muchas dificultades y retos al tener que encontrar el valor universal de unos paisajes culturales sobre otros, ya que técnicamente, donde hay seres humanos, estos han transformado el paisaje para poder vivir en él (Amoruso 2019). Además, al reconocer los elementos patrimoniales en el PC, se entra en una discusión entre lo que es cotidiano, o patrimonial, así que según Fernández y Silva (2016) se cuenta con elementos que generan identidad para la comunidad y otros reconocidos por la ciencia o las artes, donde los dos entran en diálogo y convivencia constante.
Este reconocimiento se gestó incluso antes que el del patrimonio inmaterial dado en el año 2003, siendo este último uno de los elementos que hacen únicos a los paisajes. Es decir, este patrimonio cultural inmaterial aporta a que se convierta en un sitio de patrimonio con valor universal, distinto a cualquier otro.
Estos sitios de patrimonio deben darle una relevancia a la percepción de sus comunidades, cómo lo ven, cómo lo sienten, cómo lo viven y cómo se desarrolla en el día a día. Son las personas quienes sienten identidad y sentido de pertenencia por el lugar, el cual ha sido transformado por sus antepasados, y son quienes tienen saberes ancestrales sobre los mismos, por lo tanto, son espacios sociales con valores simbólicos.
Esto último también representa algo innovador y diferente para su tiempo en la historia de las declaraciones del patrimonio: tener en cuenta el sentir de la comunidad local, ya que solo fue en el 2007 que se incluyó a las comunidades como parte de los objetivos estratégicos de las declaratorias, denominadas las “Cinco C”. Las otras 4 C fueron adoptadas en el 2002: Credibilidad, Conservación, Capacitación y Comunicación (UNESCO 2024).
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, se entiende cómo la integralidad y la integridad en los paisajes culturales toma importancia. Integralidad entre sus elementos; e integridad “en que las capas de evidencia histórica, los significados y las relaciones entre los elementos permanecen intactos y pueden interpretarse en el paisaje” (Fowler 2003). Estas dos características son los dos mayores retos cuando entra la actividad turística en el marco presentado.
Atraer turismo, reconocimiento y prestigio (Leask 2006) son razones importantes por las que se quiere ser declarado patrimonio y entrar a la lista de Patrimonio Mundial.Así que, considerar el uso del patrimonio por el turismo, es considerarlos como elementos importantes y activos en el desarrollo local de las comunidades. Como argumentan Ashworth, Graham & Tunbridge (2007) es el uso del pasado para fines cultuales, políticos y económicos del presente. Estos bienes culturales y sitios patrimoniales se convierten en los principales atractivos turísticos de los destinos,es el recurso principal para la actividad turística. Sin embargo, esto pone en peligro su conservación (Park 2014) si no se realiza una planificación y gestión participativa de los mismos.
Por esta razón, y con mayor prioridad el turismo debe propender por una conservación integral, siendo una actividad complementaria en el territorio, no una actividad principal, como sucede en muchos destinos turísticos. Así mismo, la comprensión del turismo como fenómeno (Jiménez Guzman 1986) y no como una simple actividad económica, amplía la comprensión de sus implicaciones sociales, culturales, ambientales, económicas y políticas.
Los cambios que pueden tener los PC a causa del turismo pueden ser de: agregar, continuar, personalizar, transformar y reparar (Fatimah 2015); no se puede considerar una continuidad perpetua total, los mismos procesos sociales no lo permiten.
Es aquí donde se pueden pensar en una serie de retos al momento de desarrollar el turismo cultural en paisajes culturales, que son definidos por un gran número de atributos naturales, culturales, materiales e inmateriales, que definen a las comunidades que habitan en ellas. En especial, entendiendo que a través de los años el patrimonio cultural ha sido definido más por las características que lo dividen, que por las que lo integran en un sistema complejo.
En resumen, se puede concluir los siguientes retos que acompañan la existencia, evolución y uso de los PC hoy en día:
- La parte cultural no existe sin la parte natural y viceversa, son elementos inseparables que crean a los PC. Sin uno de ellos, el PC como sitio de patrimonio tiende a desaparecer.
- La conservación de todos los elementos que se interrelacionan en los PC como sistema, sin descuidar ninguno, son conectados en una red de relaciones complejas. Si esta red se rompe, el PC pierde los atributos que lo hacen único.
- Pone en valor todos los elementos de los PC, el valor es dado por las comunidades y se debe tener en cuenta que el sentir y pensar de los habitantes cambia con el tiempo.Además, al darle valor para el turismo, se deben crear estrategias y experiencias integradoras y no como piezas indistintas de un rompecabezas.
- La interpretación es compleja debido a la multiplicidad de elementos, por esto las narrativas que se presentan en el turismo, deben ser co-creadas con todos los actores del PC.
- El turismo no debe convertirse en la actividad principal del PC, sino en una actividad complementaria, para evitar la pérdida de valores culturales y naturales. No se puede perder la interacción territorio – persona, este es el atributo principal del PC. Además, de esta forma se previene la marea de impactos negativos como la estacionalidad, la falta de empleos estables, la pérdida del espacio de las comunidades locales por el turismo masivo, entre otros.
- Los PC responden a las dinámicas funcionales de la vida de las personas, ya que son lugares de vida, trabajo, ocio y además de turismo y viaje para los visitantes.
- Por la característica anterior, los PC son dinámicos y cambian con procesos sociales, culturales, económicos y políticos. No se pueden guardar en una burbuja de cristal, los procesos de vida no se pueden cristalizar.
- Siendo el PC el recurso principal del turismo, si se deteriora, se pierde el turismo.
- La planificación y gestión de los sitios de patrimonio se debe hacer correctamente, teniendo en cuenta a la comunidad local, sin descuidar ninguno de los elementos que lo componen: fallas en su planificación y gestión, la falta manejo en las presiones del desarrollo y la falta de entender los cambios naturales del territorio, pondrán en peligro la integridad del PC.
- Los PC no son patrimonio ni atractivos turísticos de por sí, antes de ser patrimonio, son lugares de vida; y antes de ser turísticos, son lugares de patrimonio. Deben entenderse las relaciones y conexiones que hay entre las personas y su territorio, para poder preparar el destino para la visita de turistas, quienes buscan conectar emocional e intelectualmente con la comunidad y el patrimonio.
El estudio de la comprensión del patrimonio y de los paisajes culturales como patrimonio ha traído una conciencia de su importancia y de su construcción constante. El paisaje es la concepción perfecta del patrimonio natural,cultural, material e inmaterial, entretejido con la vida diaria de la comunidad local, en una mezcla de vida y constante evolución; siempre pensando que son las generaciones actuales las que definen el valor del patrimonio presente, y las que protegen y conservan unos patrimonios, para que las generaciones futuras tengan su turno de decidir los valores que los representarán.