Hace unos meses en Usme bajo un terreno de Metrovivienda, al paso de la maquinaria que acondicionaba la antigua finca de un campesino, en una zona de expansión urbana para la construcción de complejos habitacionales, al remover y revolcar la tierra, se realiza uno de los mayores hallazgos arqueológicos de la sabana de Bogotá.
En esta área se ubicaba una de las mayores concentraciones aborígenes y por consiguiente, el trueque de piedras preciosas por productos agrícolas era normal, así como el diseño y fabricación de pequeñas estatuillas de oro llamadas tunjos que ofrendábamos a las lagunas. Además se resalta la delicadeza en los detalles impresos con pigmentos minerales o vegetales sobre la cerámica moldeada por las manos de artistas. Las historias no sólo se cuentan oralmente sino también a través de las telas y sus nudos.
Somos Mhuys qa, seres de luz, mensajeros de agua, sembradores de identidad territorial, con voz de trueno hacemos llamado a la esencia y con la fuerza del pensamiento ambiental, despertamos la responsabilidad humana.
Enseñamos el territorio del Tunjuelo, mientras adelantamos acciones de concientización que apuntan hacia la apropiación cultural, cultura astronómica y matemática, ubicada en lo que hoy conocemos como Bogotá. En esta meseta de agua, nuestras mujeres parían a nuestros niños en las heladas aguas y también en torno a éstas los ancianos contaban historias de origen cósmico, terrenal o humano.
Observando la paz como una herramienta forjadora de integración social donde el «no daño», soportado en una trilogía de principios como lo son no hacer daño, no permitir hacer daño y no hacerse daño, fortalecemos una filosofía pacifista de grandes intelectuales andinos, que no por el hecho de ser pacifistas se van a dejar de preguntar ¿por que razón la constructora de Metrovivienda no dio aviso a tiempo de este hallazgo?, ¿será el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) el primero en explorar la zona?, ¿seguirá vigente la licencia de construcción de Metrovivienda en una zona de frontera rural tan discutida?, ¿se garantiza la participación social y transparencia respecto a cualquier hallazgo?, ¿cuenta Bogotá con un museo arqueológico como el templo del Sol en Sogamoso, siendo la ciudad capital el principal centro cultural del país?
El daño de muerte, violaciones y atropellos a nuestro patrimonio cultural viene desde hace más de 500 años cabalgando sobre enormes capitales económicos, que al confundir la palabra territorio con la palabra terreno, despiertan güechas (guerreros guardianes) acompañados por ancestros y que tienen como fin la reivindicación natural.