En este escrito no se pretende el favorecimiento del eurocentrismo, tendencia de quienes siguen pensando que en América existen pueblos vencidos y hegemonizados por el invasor, quienes continúan creyendo que lo muisca es un tema del pasado, que sólo puede abordarse desde las diversas especialidades, áreas y expresiones indigenistas, desde perspectivas distantes y ajenas a su propia realidad, tales como la historiografía, antropología, las ciencias sociales, pensum educativos, novelas históricas, políticas de patrimonio arqueológico, museos, lingüística chibcha, legislación, eventos artísticos, componentes étnicos de poblaciones con rasgos nativos desmemoriadas de sus raíces, Ong’s culturales y ambientalistas, organizaciones indigenistas, NMR Nuevos Movimientos Religiosos, etc.
Después de 471 años y consecuentes con la historia, como nativo y descendiente de pueblo muisca, desde “fuero indígena” o jurisdicción especial en lo permitido, obtuve asentimiento por espíritus tutelares de territorio y del Consejo de Mayores de la Nación Muisca Chibcha, (del cual hago parte), desarrollado durante los días 12 y 13 de enero de 2008 en Farfacá, Vereda ubicada atrás del Alto de Tunja, Tchunza , para elevar públicamente palabra sobre la vigencia de nuestro pueblo, patrimonio vivo, en el elocuente silencio de resistencia y permanencia durante este tiempo, que frente al reduccionismo, tanto territorial como ideológico, hemos tenido que soportar: despojados en gran parte de nuestras tierras y acosados por el nuevo credo (valores); pretendiendo desculturizar o desaparecer forzadamente nuestra cultura originaria; sobredimensionando en los choques y sincretismos el eurocentrismo como eje de desarrollo: la aculturación europea (1537-1810), las ideas republicanas inspiradas en los contractualitas de la revolución francesa (1789), la influencia norteamericana desde 1886 y la transculturación de los nuevos regímenes y sistemas políticos de que han demeritado vergonzosamente, en la práctica, nuestra raíz aborigen americana.
En el presente trabajo, a mi modo de ver, antes que todo es importante considerar primero el tema de lo Muisca de hoy, desde lo étnico, del porqué dar importancia y vigencia al pueblo muisca. Segundo, el tema que nos ocupa en la presente obra, sobre los etnónimos, debido a la intima relación que tienen entre sí, al rescate de los nombres propios de la cultura muisca, uno de sus patrimonios intangibles más ricos que encierran profundos significados, elementos nominativos de la lengua chibcha muisca muysccubun, como uno de los componentes de autoconciencia étnica y me referiré específicamente a las toponimias, patronimias, zoonimias y fitonimias como un modesto aporte, desde nuestra vivencia, al interés académico o particular, resignificando nuestras raíces lingüísticas auténticas y originales, el rescate hablante de la misma.
1. Lo Muisca de hoy, desde lo Étnico
Para quienes ignoran o desconocen la realidad indígena colombiana, lo Muisca de hoy, desde lo étnico, tal vez sea un desacierto. El reconocer la presencia y vigencia de un pueblo aparentemente extinto y su cultura permanente en sus descendientes es recordar la memoria latente de nuestra naturaleza, madre tierra, Hycha Guaia, nuestra sangre, nuestros genes, para lo cual los invito a que hagamos de este ejercicio reflexivo una dialéctica del pensamiento contemporáneo, desarraigando en las entrañas de la cultura sincrética de tantos años nuestra refundida identidad originaria o aborigen, sin posturas anacrónicas, sin revanchismos históricos y con justicia. Es comprender y reconocer el resurgir de la Nación Muisca Chibcha en sus descendientes como fenómeno de reetnización (reindigenación) metódicamente desde los derechos humanos, la etnohistoria, la antropología sociocultural y jurídica actual, pero más importante aún, desde la realidad étnica existente en los descendientes cundiboyacenses y compensar alivio a la carga que hemos tenido que soportar por siglos para devolver su dignidad y estatus que se merece.
Existe el fenómeno del indigenismo espiritualista, como una “moda”, un sincretismo de temas y prácticas de los NMR (Nuevos Movimientos Religiosos), corrientes que se desenvuelve en diálogos pluriculturales, una forma nueva de transculturación espiritual y de valores (al igual que los credos confesionales que se han dispersado por el mundo). Este fenómeno en algunos casos trata de confundir a la sociedad: despliegue de esnobismos “curioseando a ser indígena”. ¿Bien puede ser el indigenismo el primer salto tímido del auto reconocimiento étnico, que reclama la identidad autentica e imaginarios en búsqueda de la memoria originaria de los pueblos? Esto es importante en nuestras reflexiones. El auto reconocimiento étnico debe ser íntegro en la memoria histórica, auténtico desde el linaje genealógico o legado de nuestros mayores. No es una comercialización de practicas sincréticas de escuelas espiritualistas o religiones confesionales, sino el autentico despliegue de fuero indígena: ley de origen, reivindicación de los derechos propios, del reconocimiento de territorio, espacio vital, autoridades y organización propia y en general el patrimonio cultural tangible e intangible de un pueblo ancestral (Ley 397 de 1997) en la vigencia de las presentes y futuras generaciones.
1.2 Fuero Indígena
El Ministerio de Gobierno (1983) hoy Ministerio del Interior y de Justicia, hace la siguiente aproximación conceptual para definir Fuero Indígena:
“Al hablar de la Legislación Indigenista nos referimos al cuerpo de normas legales expedidas por el Estado y con las cuales éste ha procurado manejar sus relaciones con las minorías étnicas de origen precolombino. Erróneamente, a nuestro juicio, se ha identificado la Legislación Indigenista con el Derecho o Fuero Indígena. Erróneamente, por que este último tiene un significado y un contenido más amplios, ya que abarca no sólo las normas de origen estatal, sino todo el cuerpo de costumbres, usos y métodos de control social y de manejo de relaciones, adoptados por las mismas Comunidades Indígenas para regular su vida de convivencia interna o sus eventuales conflictos con otros sectores de la sociedad. Si bien es cierto que la misma Legislación positiva de origen estatal ha dado explícito reconocimiento formal a la existencia del Derecho Indígena propiamente dicho, en la práctica del manejo de las relaciones Estado-Comunidades Indígenas, el concepto del Derecho Indígena ha sido reducido asignándole el contenido recortado de la simple normatividad positiva de origen estatal. Es necesario, buscando claridad en su significado histórico y en sus proyecciones actuales, detenernos brevemente en los pasos, o etapas que ha seguido históricamente esta normatividad positiva. Esto nos permitirá, finalmente, determinar y evaluar su funcionalidad actual, y, eventualmente, tal vez conseguir una mayor lucidez de juicio para ajustarla, por la vía de la abolición parcial o total o por la vía de la interpretación más acorde con las exigencias actuales, a lo que se proyecta como interés fundamental de los pueblos indígenas: la consecución de un verdadero Derecho o Fuero Indígena en Colombia.
La Legislación Indigenista actual no constituye un cuerpo homogéneo, ni por su contenido temático ni por su orientación política y doctrinaria (…) conviene saber que esta característica y otras más fueron también comunes a la normatividad aplicable a los indígenas durante la vigencia del dominio español. Esta observación es importante en la medida en que, no obstante, el espacio de tiempo corrido desde nuestra ruptura con España, y no obstante los cambios económicos y políticos acaecidos es indiscutible la pervivencia, en muchas de las actuales normas indigenistas del Estado Republicano, del espíritu que animó la Legislación Indigenista Colonial y de los métodos de manejo que el Gobierno español adoptó en su trato a los aborígenes americanos. Y en la supervivencia de este espíritu y de estos métodos, si bien se evidencia la casi atávica inclinación a mantener y cultivar políticas probadamente erróneas, también se descubre, no sin asombro, que gracias a ellos nuestros indígenas actuales pueden reclamar el cumplimiento y conseguir la satisfacción de algunas de sus aspiraciones más acariciadas. La existencia, por ejemplo, de una institución tan importante como la de los Cabildos indígenas que les permiten a los comuneros de las Parcialidades reclamar y mantener la autonomía, con relación a todo el aparato estatal, en el manejo de asuntos importantes de la vida social, económica y política, de cada pueblo, no es otra cosa que el afortunado mantenimiento de una vieja institución del Derecho Indiano. Esta institución, salida del viejo Derecho Castellano para ofrecer posibilidades de vida independiente y democrática a las Corporaciones Municipales, echó raíces en el seno de las Comunidades indígenas americanas que la hicieron suya y la han mantenido contra todos los intentos de liquidación. Otra institución originada en las Leyes de Indias y en la jurisprudencia de la época colonial, que ha logrado salvarse, para fortuna de los indígenas, es la imprescriptibilidad de las tierras de los Resguardos. No es, pues, inocuo, ni para descubrir las grandes fallas que afectan la Legislación Indigenista actual, ni para acreditar que algunas de las instituciones actuales son probadamente benéficas para los indígenas, reconocer que en buena medida esta Legislación tiene raíces profundas en el bagaje de normas del Derecho español y del Derecho Indiano…”
A partir de la Constitución Política de Colombia de 1991 se revitalizaron los pueblos aborígenes y sus descendientes, se fortalecieron leyes anteriores y recogieron tratados internacionales para los pueblos nativos en el mundo, entre éstas la Ley 22 de 1981 que aprueba “La Convención Internacional sobre la “Eliminación de toda forma de Discriminación Racial” (Asamblea General de Naciones Unidas en Resolución 2106 (XX) del 21 de diciembre de 1965) y la Ley 21 de 1991 que aprueba “El Convenio N° 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en países Independientes, adoptado por la 76ª Reunión General de la OIT (Ginebra, 1989).
Uno de los recientes y posibles tratados internacionales, fallido y a convenir, fue el aprobado en la Convención de la ONU en septiembre 13 de 2007, primer instrumento aprobado por este organismo internacional después de 50 años de estudios y acuerdos internos, y que el actual gobierno colombiano se abstuvo de firmar. Éste bien podría dar alivio, un reconocimiento pleno y una reestructuración favorable a las 86 etnias del país.
A la luz de las disciplinas de los Derechos Humanos, del Derecho Indígena (ausente en las facultades de Derecho), la Antropología Jurídica y Antropología Sociocultural, el tema sobre pueblos aborígenes ha tomado gran importancia y comprensión y lo Muisca de hoy, desde lo étnico, no es una excepción. Revalorar el papel histórico de este pueblo aborigen es nuestro propósito, no sólo desde la Conquista y los convulsionados procesos revolucionarios e independentistas del siglo XIX, sino desde la contemporaneidad; sus transformaciones y combinaciones de identidad originaria con sincretismos culturales no permanentes. De igual manera debe tenerse en cuenta la participación de los pueblos aborígenes y sus descendientes al desarrollo del país, su “aporte económico y fuerza de trabajo” a la Corona Española y al Vaticano, de igual manera la contribución de sus valores ancestrales (en resistencia) implícitos en la cultura actual.
Mientras el derecho positivo y su ficción jurídica establece controles de relaciones de Estado, el fuero indígena es la permanencia, la perennidad de la ley de origen y lo que hoy en parte se define como patrimonio cultural intangible (Ley 397 de 1997): tradición oral, usos, costumbres, tradiciones, saberes, autoridades y organización propia autónoma. Las leyes indigenistas hacen parte del acervo jurídico positivista, estableciendo un puente de relaciones entre las etnias indígenas y el Estado a través de los cabildos, instituciones públicas o de jurisdicción especial conformadas como autoridades civiles, que aún siendo de este carácter se limitan sólo a jurisdicciones específicas territoriales, fraccionando los pueblos de una misma etnia. Esta forma sistémica de gobierno es un reduccionismo estructural vigente que afecta la unidad propia de los mismos, por ello la importancia de reconocer naciones dentro de la nacionalidad colombiana, donde “quepamos” todos.
calor de la fogata (Fo=dios, gata=candela),
en tres piedras, palabra de vida;
nació en la cocina”.
En Colombia las parcialidades que se vienen reconociendo jurídicamente como descendientes de pueblos aborígenes requieren cumplir formalidades ante el Ministerio del Interior y de Justicia que, frente al llamado “mestizaje” y reduccionismo ya mencionado, crea inconvenientes metodológicos y de gestión que vuelven dispendioso el proceso, no tanto por los requerimientos de pertenencia étnica, empoderamiento de su fuero especial, sino por las condiciones adversas de desventajas históricas por falta de arraigo territorial como consecuencia del desplazamiento, movilidades demográficas y sociales en el altiplano andino, durante el transcurrir de nuestra historia. Ya por el desarraigo de sus tierras, violencia, cambio de actividades, búsqueda de oportunidades o falta de políticas agrarias favorables que incentiven el sector rural y territorios indígenas, los campos se están quedando solos. Es por ello, que hoy encontramos relaciones de ciudad-región, un vínculo al territorio, “la tierrita”, como dicen los cundiboyacenses. Afectado demográficamente a través del tiempo, el pueblo Muisca, en estas movilidades sociales y despojado formalmente de su fuero indígena o ley propia, es forzado a pasar del sistema colectivo y de las prácticas comunitarias como el “convite”, a la propiedad individual, jornales y salarios; mimetizado en el campesino urbano, el obrero, el jornalero; inmerso en las guerras civiles, comuneras e independentistas, y en las absurdas de la “Patria Boba”, la Reforma (1886), la guerra de los mil días y la violencia del siglo XX.
No obstante, algunos ancianos, abuelos y abuelas de linaje, nos enseñaron a mantenernos en el camino, en silencio, en resistencia, durante el siglo pasado teniendo claro el riesgo de desaparecer totalmente, especialmente nuestra memoria, entre ellas la lengua, cuando los gobiernos del periodo de la Reforma (el naciente Estado moderno) devolvieron al clero el direccionamiento de la educación, la cultura y los valores (Concordato de 1887, firmado entre Colombia y el Vaticano). Esta situación histórica se refleja en las normas que aún hoy hacen parte del ordenamiento jurídico indigenista (para los 86 pueblos aborígenes de país) y reafirman políticamente la superposición de imaginarios de la Colonia, bajo la idea “conservadora” y afectan los componentes lingüísticos del territorio (las toponimias), como de las personas (patronimias), cambiando, al igual que a los moradores creyentes, el nombre del territorio ancestral (lagunas, quebradas, cerros tutelares, veredas…) por nombres de origen judío o cristiano.
La ley 89 de 1890 regula los temas de resguardos, cabildos y parcialidades: “determina cómo deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndosea la vida civilizada” . Un tanto ambigua en el espíritu que la animó, ha colocado en conflicto el fuero indígena (derecho propio) y el derecho de Estado y contradijo a la Constitución de 1886 en lo referente a la protección de los pueblos aborígenes, situación jurídica que se perpetuó por cien años. No me equivoco al sostener que el transcurrir de la historia, como instrumento de poder, se concreta en las normas más que el derecho occidental, pero éstas no resisten los sistemas cambiantes de las sociedades “modernas” que también son un reto para los pueblos aborígenes en su permanencia o resistencia.
La influencia de las sociedades modernas a finales del siglo XIX en la transformación de los últimos resguardos a las economías de los hacendados, terratenientes y la consolidación administrativa territorial del Estado nos desplazó, desarraigó y nos dispersó en las incipientes economías de las nacientes urbes, especialmente en la ciudad de Bogotá, lo cual no significó la pérdida de identidad del pueblo muisca. Con nuevos títulos civiles de propiedad en la mayoría del territorio, derivados de los resguardos, se siguieron conservando formas de propiedad colectiva y comunitarista, administrada por cabildos, como el caso de Tocancipá (1971). Aún muchos resguardos siguen existiendo de hecho después de ser afectados en derecho, como en Ubaté (1995), Tenjo (1934-1971), Cota (1876), Gachancipá (1940-1972), Chía (1839), Bosa (1832), Suba (1878) y otros como Engativá, Fontibón, Usme y Usaquén. De igual manera se conservaron estas formas de propiedad en otras partes de asentamientos muiscas de Boyacá como Tunja, Motavita, Chíquiza, Cómbita, Sotaquirá, Tuta, Oicatá, Chivatá, Turmequé, Ventaquemada, Samacá, Ráquira, Nobsa, Sogamoso, entre otras, donde subsisten aún resguardos muiscas registrados por el INCODER, anterior INCORA. También predominan en la actualidad predios ancestrales con posesiones ilegales, hasta por comunidades religiosas, tema de gran investigación, desarrollo y de saneamiento desarrollado por las parcialidades y autoridades de la Nación Muisca Chibcha frente a las instancias respectivas y el patrimonio arqueológico por el Ministerio de Cultura.
1.3 El Reconocimiento del Pueblo Muisca
La importancia de retomar la figura constitucional, jurídica y antropológica del reconocimiento, como derecho fundamental que entraña la visibilización de aquellas minorías étnicas marginadas, rescata la permanencia de pueblos aborígenes del país:
“El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana”. (Art. 7º Constitución Política de Colombia 1991)
El censo nacional del DANE (2005) en las preguntas formuladas en el módulo de pertenencia étnica para las comunidades indígenas, tanto reconocidas y no reconocidas, presentó dificultades en estas últimas no por su contenido, sino por la falta de su aplicación en algunas regiones del altiplano, dejando por fuera del mismo parcialidades descendientes de la etnia muisca que se auto reconocen como tal. El auto reconocimiento es una condición indispensable de conciencia étnica, una categoría de autodefinición o percepción psicológica y social para la obtención del reconocimiento jurídico. Tanto comunidades étnicas con mayor identidad, como aquellas descendientes “mestizas” (desculturizadas y aculturizadas) deben ser reconocidas y protegidas por el Estado para recoger el espíritu constitucional mencionado. Este censo formuló:
“De acuerdo con su pueblo, cultura o rasgos físicos. . . usted, es o se reconoce
¿Indígena? __ …
“A cuál PUEBLO indígena pertenece? _____________
“Habla la lengua de su pueblo? Sí __ No__
Es evidente que, en las mesas previas de preparación al censo, se reflejó que:
“(…) con el hecho que la pregunta de pertenencia étnica es sensible al momento político de la sociedad, que hace que una población étnica en una coyuntura determinada adquiera o no legitimidad en las demandas que hace a su gobierno. Esto puede generar problemas en la medición estadística de subestimación o sobreestimación de esta población”. (Seminario “La experiencia de la medición de la pertenencia étnica en los censos de población y otros estudios”, septiembre 2004 DANE).
El esfuerzo por mantener la presencia de las comunidades Muisca comporta, después de la Constitución Política de 1991, la concreción formalmente del reconocimiento jurídico en la Oficina de Asuntos Étnicos del Ministerio del Interior. En diciembre de 2005 y 2006 se reconocen jurídicamente los cabildos indígenas muiscas de Suba, Bosa, Cota, Chía y Sesquilé, al igual que el de Pijaos Ambiká (Tolima), Ingas (Putumayo) y Kichwas o Quechuas (Ecuador) asentados en Bogotá y el altiplano, quienes han abierto esta brecha ante el Estado. En la actualidad se encuentran en este proceso de reconocimiento jurídico el Cabildo Mayor Muisca de Tchunza, Tunja, conformado por las parcialidades (comunidades) de Tunja, Motavita, Cómbita, Sotaquirá, Tuta, Paipa, Sogamoso, Nobsa, Mongua, Chivatá, Siachoque, Ramiriquí, Ventaquemada, Turmeque, Chiquiza, Ráquira, Saboya, Arcabuco, entre otras y el Cabildo Mayor Muisca de Bacatá, con las parcialidades de Engativá, Fontibón, Usaquén, Usme, Soacha, la Calera, Suesca, Tenjo, Ubaté, Susa, entre otras.
Las comunidades de los Cabildos Mayores vienen desarrollando procesos de re-indigenación, auto-reconociéndose y visibilizándose en pleno siglo XXI. Su conformación se dinamiza a través de la re-significación de su territorio ancestral en relación directa con la ley de origen, el rescate de su lengua y su ordenamiento ancestral. Este fenómeno étnico y proceso es conocido como Nación Muisca Chibcha<, estructura de organización étnica, sociocultural y política, la cual, en su fuero interno, integra, a lo largo del territorio ancestral, al pueblo muisca, independientemente que los cabildos reconocidos estén adscritos a organizaciones indígenas, tales como la Organización Indígena de Colombia (ONIC), de cobertura nacional, y/o la Asociación de Cabildos Indígenas (ASCAI) con jurisdicción en Bogotá, entre otras.
El último censo nacional de 2005 para la etnia muisca arrojó aproximadamente en Bogotá D.C., Cundinamarca y Boyacá –pese a las dificultades de aplicación suscitadas-, especialmente con el empadronamiento de los Cabildos Mayores, las siguientes cifras:
Municipio Cota | = 4.000 indígenas |
Municipio Chía | = 3.000 indígenas |
Municipio Sesquile | = 800 indígenas |
Bogotá D.C, Localidad de Bosa | = 2.200 indígenas |
Bogotá D.C, Localidad de Suba | = 5.378 indígenas |
Comunidades de Cabildo Mayor Muisca de Bacatá | = 500 indígenas |
Comunidades de Cabildo Mayor Muisca de Tchunza | = 400 indígenas |
Para el común de los moradores del altiplano andino colombiano, en sus desaciertos de búsqueda de identidad propia, no queda más que un vago recuerdo sobre su origen, pero más lamentable su rechazo y falta de pertenencia étnica o identidad, cuando mira con desdén su propia imagen a la que ladinamente fue reducido. No obstante, hay quienes no hemos desfallecido y nos auto reconocemos descendientes de pueblo muisca y consideramos que es un derecho propio en la historia que hemos ganado en el silencio elocuente de resistencia y permanencia en el tiempo, legado de nuestros abuelos y abuelas de linaje.
1.4 Nación Muisca Chibcha Chibcha Muysc Muyquyguamox
(Gente moradora de valles, sabanas y montañas)
Las comunidades, algunos cabildos y el Consejo de Mayores del Pueblo Muisca autónomamente ratificaron directamente al gobierno nacional, en el Encuentro Indígena del 25 de septiembre de 2005 en Bogotá D.C., el resurgir de la Nación Muisca Chibcha como un:
“Movimiento étnico; integrado por personas, familias, parcialidades (comunidades) y Cabildos del pueblo Muisca Chibcha, ubicadas en la región Andina, de origen y de familias lingüísticas chibcha; por Declaración de Principios empodera un Plan de Vida Integral, de desarrollo social, económico, político, cultural y espiritual; fundamentado en su fuero indígena, patrimonio cultural y natural: Ley de origen, autoridades ancestrales, organización propia, memoria etnohistórica, cosmovisión, usos, costumbres, tradiciones, saberes, medio ambiente, ecología, espacio vital, territorio ancestral y demás bienes arqueológicos propios por antonomasia”.
VISIÓN. “Los descendientes de la Nación Muisca Chibcha en resistencia y pervivencia de sus valores, estableceremos para el mundo de hoy y las futuras generaciones, nuevas relaciones y modos emergentes de permanencias ancestrales; particularizando y asumiendo la creación de tiempos y espacios propios para un propósito vital y común de nuestra existencia, de desarrollo humano integral, mediante el reconocimiento, pertenencia étnica y cultural, nacional y demás derechos de fuero indígena. Visibilizará, resignificará, protegerá, restaurará, revitalizará, nuestro patrimonio cultural, natural y territorial”.
MISIÓN. “Los descendientes de la Nación Muisca Chibcha, en el proceso de resistencia y pervivencia de su cultura propia y acorde con el mundo contemporáneo, establecerán frente al Estado colombiano, relaciones de reconocimiento y de políticas públicas indígenas de su etnia. Integrando el movimiento de reindigenación o recomposición étnica: que superpone en el territorio originario, los sistemas socio políticos y económicos ancestrales como una unidad, fundamentado en el desarrollo de su Plan de Vida Integral”.
2. Muysccubun
La lengua hablada por el pueblo Muisca, muysccubun hace parte de la gran familia lingüística chibcha que abarca desde Centro América, hasta gran parte de Sur América. Retomando a Humberto Triana y Artovenza, en su obra “Las lenguas indígenas en la historia social del Nuevo Reino de Granada”, nos dice que el entonces rey de España Carlos III, en el año 1770, echó mano a los burgueses para sacar de la crisis a España (siglo XVIII), prohibió oficialmente las lenguas aborígenes, imponiendo el castellano en los pueblos americanos de su competencia, como estrategia política económica de la metrópolis; decisión también impulsada por el clero, quienes vieron con esta medida de homogenización una salida para someter y reducir más rápidamente al aborigen, como fue el caso del obispo de México, Francisco Antonio Lorenzana y Buitrón, quién compiló en dos tomos (1769-1770) las actas de los Concilios Provinciales de México (publicadas, solo hasta el año 1859) y mostró permanentemente su preocupación por la necesidad de superar la falta de unidad lingüística, según el citado obispo:
“Los Ministros eclesiásticos que no procuran adelantar y extender el idioma castellano, y cuidan que los indios sepan leer y escribir en él, dejándolos cerrados en su nativo idioma son en mi concepto enemigos declarados del bien de los naturales, de su política y racionalidad; intentan perturbar el mejor gobierno eclesiástico que se impone con tantos y tan distingos idiomas, fomentan las idolatrías, que se ven más en los indios que ignoran el castellano. . . Creo que, si los párrocos instalan por cincuenta años, en que sus feligreses aprendieran el castellano, se lograría y sería toda Nueva España: Tierra Labii unius”.
Éste es un tema de gran importancia en los procesos de reconocimiento étnico y que debe tenerse en cuenta en la evaluación de pertenencia étnica por parte del Estado: debido a la des-culturación lingüística del pueblo Muisca en detrimento del fuero indígena, por las razones históricas ya mencionadas, debe fortalecerse la recuperación hablante del muysccubun, componente de conciencia étnica, en un proceso de rescate de nuestra lengua originaria; a partir de las etnonimias, indigenismos, que perviven en las comunidades, y el desarrollo de la misma, teniendo en cuenta los aportes investigativos y científicos del Instituto Caro y Cuervo, los trabajos lingüísticos, históricos y antropológicos de la Lingüista Maria Stella González de Pérez y el Doctor Humberto Triana y Artovenza, entre otros trabajos que comparten el tema, y quienes nos animan a practicar y empoderar nuestra lengua Muisca, muysccubun.
2.1 Etnonimias
Uno de los referentes de conciencia étnica y de pertenencia cultural en los descendientes del pueblo Muisca es el rescate y re-significación de la lengua chibcha, muysccubun, extinta en gran parte. Como un proceso inicial de empoderamiento de este re-aprendizaje, metodológicamente se parte de las huellas hablantes más cercanas, en los usos y costumbres, que se encuentran inmersos en la nominación del cosmos, espacio vital, territorio, naturaleza y de identificación de relaciones de sus clanes y familias extensas. En las etnonimias Muiscas es relevante la significación y re-significación, de los modismos dialectales, indigenismos, y la mixtura castellano-chibcha; de igual manera, la influencia hablante de otras lenguas del continente americano y del caribe, ya sea por las relaciones dadas antes del la llegada de los europeos o por las movilidades sociales ocasionadas por éstos, llevando nativos de un pueblo a otro, como era el caso de los lenguaraces incas e intérpretes, de quienes se creía que hablaban la misma lengua.
También se les conoce como vulgarismos o modismos dialectales que permanecen en el tiempo en los hablantes del altiplano y en otras comunidades, cambiando de significado; son utilizadas por el común de las personas “sin darse cuenta”, sin percibir su componente étnico, el significado y su “etimología”. Es de tenerse en cuenta, que no todas se derivan del chibcha y que existen términos de la lengua quechua, aimará, taino, arahuaco y náhuatl, que también empleamos; se mantienen como indigenismos y en su mayoría como expresiones populares.
Nos limitaremos a las observancias que, por usos y experiencia directa, se utilizan en las comunidades de pueblo Muisca y en descendientes cundiboyacenses, como un aporte étnico, ya que es un tema especializado (lenguas vernáculas). El leguaje significado en pictogramas y petroglifos sólo pertenece a la comunidad en su fuero indígena como “ordenanzas de territorio entregadas por Chipaba Bochica, nuestro gran padre espiritual” el ordenador de territorio. En lo que respecta a los procesos transformadores de esta dinámica lingüística, tenemos las siguientes nominaciones toponímicas, patronímicas, zoonímicas y fitonímicas; no obstante, también estamos en el re-aprendizaje
2.2 Toponimias
Referentes a los nombres de los lugares del territorio ancestral, entre éstos tenemos gran parte del trabajo realizado por el investigador Eutimio Reyes Manosalva, quien ha profundizado en el tema, como un aporte al rescate de la lengua muysccubun, que habrá de ampliarse y continuarse en términos de la semiótica, la filología y la gnoseología.
El rescate de las toponimias Muisca requiere de un arduo y paciente trabajo, ya que se ha desmemoriado el territorio, especialmente por la injerencia de las comunidades doctrineras de la colonia, donde fueron cambiados los nombre originarios por nominaciones de santos y hierofanías del culto católico, satanizando los sitios sagrados de nuestros cultos tribales, o de ciudades de Europa y Medio Oriente, como estrategia del reduccionismo ideológico y espiritual, desvirtuando el significado del espacio vital y del territorio Muisca en su ethos, contexto cultural de su cosmovisión: paisaje, naturaleza, sitios sagrados, ceremoniales de su ley de origen, abrigos rocosos, páramos, cuevas, valles, sembradíos, debido a la importancia religiosa y espiritual ligada al mismo, de Hycha Guaia, la Madre Tierra, el gran santuario de la vida y Pyquychia Bague, la Gran Sabiduría, la Gran Abuela del Universo, los astros y sus dioses de la naturaleza: El Sol, la Luna, las estrellas, lagunas, ríos, quebradas, valles, caminos, cerros tutelares, fenómenos inteligentes y criaturas de la naturaleza, al igual que la flora y fauna; la inteligencia de la naturaleza, la gran orquesta de la creación, y Tchiminigagua, su creador.
La mentalidad canónica de la contrarreforma del Concilio de Trento (1545-1563), sobrepasó la persecución a los protestantes de la Reforma (1517) y demás “herejes”; de igual manera a los movimientos artísticos, culturales y científicos del Renacimiento (helenismo griego), a los árabes y judíos, llamados “paganos”. Bajo esta concepción colonizadora se satanizaron los sitios sagrados del territorio de origen Muisca. Igual sucedió con los demás pueblos aborígenes del continente descubierto, afectando el derecho propio o fuero indígena, hoy patrimonio intangible. Algunos ejemplos, de esta des-culturación (exorcizante) de toponimias en el territorio Muisca tenemos nominaciones de sitios bajo la estigmatización del “diablo” (la cueva del, la pata del, los tejos del, la silla del, la piedra del, la montaña del, etc.) como también la suplantación de lugares con nominaciones del “infierno o infiernito”, hierofanías que no existen en el imaginario ni en el espíritu del Muisca, sólo para infundir temor y sentimiento de culpa a la manera de la edad media europea.
La cosmovisión Muisca prolonga la existencia, considerado que la vida aquí y la vida después de la misma muerte son dos viajes de la misma, del espíritu, Fihisca; que sólo existe la ley de los contrarios o fuerzas opuestas de la naturaleza, espacio bidimensional, que intervienen en el mundo de las relaciones: individuo, familia, comunidad, naturaleza, espacio sideral, mundo de los dioses y los muertos; que reflejan descripciones del territorio, del espacio; contexto desde lo pictórico (arte rupestre), el hábitat, el paisaje, sitios tutelares naturales; una topografía dialéctica, la multidirección del espacio vital, conectándose por las Sunas, caminos sagrados de indios (convertidos luego en caminos reales); recorridos ceremoniales durante las fases lunares y ciclos solares, sincretizados más tarde en la religiosidad de las romerías a los sitios de peregrinación: superpuestos en los espacios de la religión antigua, de los Misterios solares Xúe, lunares Chia y del “sol del centro de la tierra”, Xúe Tomsa Hycha Guaia, nuestra segunda patria.
Finalmente, el rescatar toponimias no sólo implica retomar la nominación por sí misma, olvidada o presente literalmente, sino entrar en su hondo contenido y significado, escritos también representados por los primeros Muisca, que en nuestra ley de origen se atribuyen a las enseñanzas de Bochica (quien tuvo veinte edades cada una de setenta años). Quiero referirme a los escritos en piedras, para cada comarca, conocidos por el pueblo Muisca como “ordenanzas de territorio”, deformación que se ha hecho sobre este patrimonio por parte del colonizador y los depredadores que saquean, sobrepintan y dinamitan tan maravillosos libros de piedra y que con urgencia reclaman los P.E.P. (Planes Especiales de Protección y de Manejo) (Ley 397 de 1.997).
Retomando las investigaciones de Guillermo Rendón G. y su esposa Anielka Gelemur Rendón (Tunebia, Reserva Ecológica y Cultural, U.P.T.C. 1.974, Tunja) que se aproximan a interpretar nuestro sentir sobre territorio y espacio vital y como una totalidad representada a partir de los escritos en piedras, para nosotros es claro que los signos y geometrías estéticas, artísticamente plasmadas, reflejan la Ley Dialéctica de Simetría Asimétrica, representaciones que al enfrentar una mitad sobre la otra presentan alteraciones de tipo cualitativo y cuantitativo; pinturas de color sanguinolento que representa la vida energética; estilizaciones antropomorfas; fitonímicas, nominaciones de plantas sagradas de territorio propio: abuelo tabaco, hayo, tyhyquy, vira vira, gaque, fique, etc.; pictografías de territorio sagrado de las Kukas, enseñanza –aprendizaje de los secretos Muisca: desde el pozo de Tchunzahua (mal llamado Pozo de Donato), hasta Iguaque, sombra del compañero – por el camino de los venados, a lo largo del río Farfacá, hoy lindero entre Tchunza y Motavita, prodigioso territorio que encierra secretos de laGran Abuela de Tunja, Tchunzativa, mentora de los primos hijos del sol Goranchacha y Fonzaque, profetizados por padre Bochica como sus sucesores que vendrían a rectificar ley de origen para pueblo Muisca. De no ser así, se verificaría la concurrente preocupación de que “vendrían extranjeros a someter”, inminente profecía también manifiesta al pueblo azteca de Ehecatl Topilzin Quetzalcoatl y Viracocha en pueblo Inca; el problema no estuvo en el choque cultural, sino en cómo se hizo; pero, como se manifestó en reglones arriba, sólo me es permitido decir lo que tengo que decir
La investigación del Lic. Eutimio Reyes Manosalva, nos lleva por el camino de la revaloración de las nominaciones toponímicas Chibcha, de gran importancia no sólo para la academia, los indigenistas y el morador del altiplano andino, sino para las mismas comunidades Muisca que, por pertenencia étnica, vienen re-significando, su lengua muisccubun, rescatando los auténticos nombres de su territorio, su cultura ingente en la memoria de su territorio ancestral y empoderando su espacio vital en el que ha permanecido milenariamente.
“Llamar al territorio por su propio nombre
es reconocer la verdadera piel de nuestra
Hycha Guaia, la Bendita Madre Tierra”.
Adicionalmente a su estudio haremos, modestamente, algunos aportes que la Comunidad Muisca mantiene en sus usos y costumbres hablantes, como se citó renglones arriba, a partir de algunas inclinaciones dialectales en el sincretismo y modismos entre la lengua vernácula, muysccubun- castellano; e indigenismos en los hablantes del altiplano cundiboyacense. Igualmente connotaremos la superposición dominante de términos (del imaginario colectivo popular) y de la sociedad mayoritaria. Algunas toponimias, registran los momentos de transformación del territorio o transliteraciones al castellano; aunque la gran mayoría de los municipios del altiplano andino conservan los toponímicos principales ancestrales:
Bacatá
Digno dominio de la labranza (Ba = Magnánima, digna. Ca = Dominio, frontera, Ta = Labranza). Sabana de Labranza. Muyquyta (Muyquy = Sabana, valle, Ta = Labranza) actual Sabana de Bogotá, aposento del Zipa (Funza).
Bachue
(Ba = Magnánima, grandiosa, digna. Chue = Consorte, senos fuertes). La Grandiosa de senos fuertes, la que nos da a amamantar la leche sagrada, el agua, que nace en las lagunas sagradas, dadora de vida (¿Qué harías sin agua?) por ello Muisca va a las lagunas sagradas a “pagar” sus favores.
Bachue
Laguna sagrada del génesis Muisca, ley de origen; ubicada en el actual SFFI (Santuario de Flora y Fauna Iguaque) superpuesto por San Pedro de Iguaque.
= Cerro tutelar de Bogotá, superpuesto por el de Nuestra Señora de Guadalupe.
= Cerro tutelar de Tunja, superpuesto por Alto de San Lázaro.
= Isla Sagrada en la laguna de Fúquene, templo en el que se rinde culto, que paralelamente subsistió al de la Virgen de Chiquinquirá, siendo destruido y diezmado hasta 1598 (por la “horda catequizadora” de fray Gonzalo Guzmán, sacrificando muchas vidas).
= Laguna Sagrada detrás del cerro de Monserrate de Bogotá.
Cerro del Cristo
Cerro de las Estaciones
Cerro de las Tres Cruces
Cocuy
Semejante al apoyo, buen amigo, (Co = apoyo, Cu = semejante) Sierra Nevada tutelar de la Nación Muisca al nororiente de Boyacá.
Cocuy
Artífice semejante (Cu = semejante, Cui = oficial, artífice) Cuy = conejillo de indias o curí (Quechuismo). Cucacuy es el anciano sabio mayor, que vive en las cuevas de las montañas tutelares o abrigos rocosos. Cuca = Aprendizaje. Sierra Nevada tutelar de la Nación Muisca, al nororiente de Boyacá.
Cueva de San Patricio
Toponimia castellana superpuesta en Sáchica, actualmente destruida y en peligro como los demás abrigos rocosos del sector (pictogramas) por las empresas de explotación de canteras de minerales
Chigüi
Nuestra compañera (Chi = nuestra, Güi = Compañera). Isla sagrada de la laguna de Fúquene en la que se saquearon hasta no hace mucho -tres años- más de 200 tumbas de sacerdotes muisca o Chyquys por cinco generaciones, según miembro de la familia de “guaqueros” que la profanó.
Chontal
Varios cerros de la Nación Muisca, en especial el de la vertiente nororiente prolongada desde Iguaque, entre Sotaquirá y Duitama. Toponimia genérica que se le asigna a los lugares donde migraron los indios rebeldes frente al invasor que no se doblegaron. Algunos llegaron a suicidarse en masa (aunque era, prohibido por ley propia). Lo contrario al indio chontal es el indio ladino, quien asimiló la cultura extranjera y se dejó someter.
Desierto de la Candelaria
Toponimia castellana, corredor natural entre el Santuario de Flora y Fauna Iguaque y la Laguna de Fúquene, Xieguazinsa.
El Infiernito
Toponimia castellana superpuesta en los sitios sagrados Muisca en varios municipios, satanizando estos lugares y creando temores religiosos (para muisca no existe el infierno).
= Sitio sagrado al culto de la fecundidad, calendario solar religioso, Valle de Zaquenzipa (Villa de Leyva).
= Valle de la quebrada afluente, del Río Farfacá en el municipio de Motavita, resguardo Muisca, centro ceremonial y balneario del Cacique de Motavita, antiguo resguardo, actualmente existe comunidad Muisca.
Farfacá
Río detrás del alto de Tunja, al occidente de la ciudad, que como afluente del naciente Río Chicamocha en Tunja toma el nombre de la Vega, antiguo Garbaquedaque ó Garbaque.
= Valle entre Tunja y Motavita, abrigos rocosos de las cucas –enseñanza – aprendizaje, sabiduría- y lugar sagrado de la Nación Muisca Chibcha, refugio de los Cucacuy y Chyquys ancianos espirituales mayores.
Guaque
Compañero (mal llamado “fraylejón”).
Güican
Dominio de la mujer o de la compañera, la gran Madre (Gui = Mujer, compañera. Ca = dominio, cercado). Sierra madre de la Nación Muisca al nororiente de Boyacá, limitando con Venezuela. Actual resguardo de pueblo U’wa.
Goranchacha
El gran varón varón, el dos veces varón (O = Si, A = El, N = En, de. Cha = Varón). Llamado “El Cercado Grande de los Santuarios”, ruinas del templo del sol en la ciudad de Tunja, en los predios de la UPTC.
Fuquene
Lecho de Dios (Fu, Fo = Dios, Quene = Lecho). Laguna en peligro de extinción, limita entre Cundinamarca y Boyacá, pasa cerca de la población de este nombre,por la vía que interconecta Bogotá – Chiquinquirá. Su nombre auténtico es Xieguazinsa. Antiguo resguardo de Vereda de Guatancuy, Fúquene y Punta de Cruz, donde hay descendientes actualmente.
Iguaque
(I = Sombra, gua = montaña, que = fuerte), “sombra de la montaña fuerte”; ó (I = sombra, guaque = compañero), sombra del compañero – de su consorte Bachué.
Jinua
Hacia arriba con gusto, nuestra alabanza (Ji = hacia arriba, Nu = de; propio, A= gusto, suyo). Cerro sagrado tutelar de Tuta, Boyacá. Hoy parte del resguardo indígena, lugar de culto femenino y de fertilidad, gran culto lunar de las féminas Muisca.
Vereda el Resguardo
Toponimia castellana, superpuesta sobre los antiguos resguardos indígenas, hoy con ese nombre en varios municipios.
Veredas, Barrios y Municipios
Toponimia castellana, superpuestas bajo los nombres de, San Rafael, San Pedro de Iguaque, Santiago de Tunja, San Honófre, Santa Lucia, Las Moyas de San Ricardo, El Santuario, San Miguel de Sema, El Calvario; San Antonio y en general toda la imaginería religiosa canónica que empieza por “San…”.
Suagagua
Hijo de la luz del Sol, Luz del Sol detrás de la Montaña, (Sua = Luz del sol, Ga = detrás, Gua = Montaña; Gagua = hijo). Derivante de Suagá, antiguo resguardo Muisca del Municipio de Ubaté, del cual hay descendientes actualmente del indio Francisco Pulga (1670).
Tchipaba
Nuestro padre espiritual (Tchi = Dios, Pa = Padre, Ba = Digno, magnánimo). Cerro tutelar de Bogotá, superpuesto por el Señor caído de Monserrate, y de otros municipios
Tchipacuy
Nuestro padre espiritual de las cuevas de la montaña. Digno, magnánimo (Cuy = conejillo de indias o curí –Quechuismo-). La Conejera, toponimia castellana, superpuesta, al Cerro de Suba, Bogotá.
Tchizaca
Dominio o lugar del creador (Tchi = Dios creador, Za = oscuridad, Ca = Dominio, frontera). Laguna en la parte baja de la ciudad de Tunja, hoy quedan algunos humedales, y en favorecimiento natural el espejo de agua, permanente hoy llamado Pozo de Tchunzahua, vulgarmente llamado “Pozo de Donato.
= Laguna sagrada del Sumapáz.
Tchunza
Tunja, Luz del Creador (Dios) en la oscuridad. (Thc = Creador, Dios, Hunza = oscuridad). Capital de los Zaques, de la Nación Muisca Chibcha.
Tiguavita
Cumbre del Aguila (Tigua = aguila, Vita = cumbre). Páramo tutelar al oriente de Tuta.
Tungó
Prestada en sí, prestada sin reserva (Tu = prestada, n = en, o = si, positivamente), Montaña tutelar resguardo de Nobsa, hoy le llaman Cruz de Aranda.
Tunja
Derivado de Tchunza.
Tunjuelito
Río que nace en Sumapaz (Usme) donde se encuentran las lagunas de los Tunjos y la de Tchizaca.
Vijagual
Montaña de mucha leña. Páramo tutelar al oriente de Ramiriquí.
Xieguazinsa
Mi laguna entre montañas, ahí, en misterio o admiración. Mi laguna entre montañas en donde hay asombro, temor (Xiegua = laguna entre montañas, Z = mi, In(yn) = ahí, donde, N = en, de, Sa = Admiración, sombro, temor). También llamada Fúquene. En ella se encontraban siete islas, hoy sólo tres: Bachue, Chigüi y El Santuario. En esta última resplandecía el segundo templo del Sol, en importancia, después del Suamox, en relación con las peregrinaciones a Iguaque.
Xué Pyquy
Corazón del Sol, (Xué = Sol, Pyquy = Corazón), superpuesta por la toponimia castellanas, Cojines del Zaque (los zaques no tenían cojines) o Cojines del Diablo, lugar satanizado por los doctrineros católicos, ubicado en el cerro occidental de Tunja, gran patrimonio de la cultura Muisca, observatorio astronómico y adoratorio solar, del Zocám (año solar).
Estas son entre otras, algunas, de las toponimias, que se tienen en cuenta dentro de las comunidades muisca, además de las investigadas por el Maestro Reyes Manosalva, quedando una puerta abierta para la investigación en futuro estudios, sobre el tema.
2.3 Patronimias
Entre los griegos y el derecho romano, se decía del nombre que, derivado del perteneciente al padre u otro antecesor, y aplicado al hijo u otro descendiente, denotaba en estos la calidad de tales.
De acuerdo a la Ley de Origen Muisca, se deriva en línea matrilineal, se sucedía en los hijos de la hermana mayor del Psihipcua (Cacique –en lengua Taína, de las islas del Caribe); también se sucedía los nombres y “apellidos” por clan o parcialidad, de acuerdo con las “ordenanzas de territorio”. Lo que hoy llaman apellidos es el nombre del territorio donde nace el muisca y sus ancestros: Hycha (pronombre =Yo) pero también Hycha significa Tierra, es decir el “muisca es la madre tierra, la tierra es el muisca”; razón por la cual, aún se conservan nombres y apellidos con nombres de veredas, municipios o comarcas. En la colonia las patronimias castellanas se asignaban a los indios chontales caprichosamente y hasta peyorativamente de acuerdo a su condición social, espacial o de “inferioridad”. Uno de los patronimios más relevantes es el dado por consecuencia de las mercedes, y por la crisis de las encomiendas, o por vía del bautismo católico (Jesús, José, María, Pedro, Santiago), ya por asimilación de apellidos del encomendero del resguardo a su cargo (Niño, Hernández, Suárez, Rodríguez, Martínez, López, Díaz, Ruiz, Daza, Gómez, Rocha, Parra, Vásquez); las patronimias despectivas (Pulga, Balsero, Mazorca, Burro, Puente, Herrero, Hasta Morir, Suelta, Chuza, …). Como requisito de autoconciencia y pertenencia étnica, los descendientes de pueblo Muisca perdieron sus nombres propios, lo que hace difícil hacer seguimiento de su verdadero árbol genealógico, no obstante, los componentes antropométricos y de fisonomías, como su cultura, hacen la diferencia frente a las patronimias en mención, superpuestas. Hoy se encuentran personas que por falta de identidad propia en este sentido y por vergüenza a su raza se cambian los apellidos muiscas por europeos o norteamericanos. En el trabajo del Maestro Eutimio Reyes, encontraremos gran parte de patronimios que aún se mantienen, a pesar de la desculturación en este sentido.
2.4 Zoonimias
Nombres propios o asignación de los animales:
Cuy (quichuismo). Conejillo de indias, “Curí”.
Chandoso (indigenismo). Canino descuidado en su crianza.
Chiza, Zisa (del muiscubun). Gusano de tierra, larva del escarabajo, comida aborigen.
Chuchygaty (del muiscubun). Luciérnaga, o “candelilla”.
Chulo (indigenismo). Gallinazo.
Chumne (del muiscubun). Escarabajo, “cucarrón”.
Iegui (del muiscubun). Gusano verde, que se come el maíz.
Guacamaya (del muiscubun). Aso.
Guajagui (del muiscubun). Venado.
Guao (del muiscubun). Gallinazo de cabeza colorada. Cóndor.
Guapucha, Guapquijicha (del muiscubun). Pescado pequeño blanco de aguas frías.
Sijita (del muiscubun). Rana.
Simte(del muiscubun). Lechuza.
Soroco (Indigenismo). Tonto, despreocupado.
Surrucu (Indigenismo). Lechuza.
Tigua (del muiscubun). Águila.
Tymanso (del muiscubun). Gallinazo.
Umpa(del muiscubun). Gavilán.
2.5 Fitonimias
Nombres propios de las plantas, que aun se conservan, tenemos:
Aba atyba (del muiscubun). Maíz amarillo.
Achira (del muiscubun). Utilizada para la preparación de las achiras
Achua (del muiscubun). Mazorca de maíz tierno.
Chilco (indigenismo). Planta sagrada, de clima frío y paramos.
Chité (indigenismo). Cardo espinoso altoandino.
Chiubica (del muiscubun). Llantén.
Chivata (indigenismo). Planta sagrada, de clima frío y paramos.
Chivata jarilla (indigenismo). Planta sagrada, de clima frío y paramos.
Chócolo, Choclo (indigenismo). Mazorca de maíz tierno.
Fique (del muiscubun). Planta sagrada, de la cual se extrae la fibra para materiales de cabuya.
Gaque, (del muiscubun). Arbusto sagrado, bosque altoandino.
Guaque (del muiscubun). Frailejón; compañero.
Guaqui (del muiscubun). Mastuerzo.
Guauba (del muiscubun). “Guadua”, caña gruesa del monte.
Ibias (indigenismo). Tubérculo menor de clima frío.
Jute (indigenismo). Alimento ancestral preparado en los paramos.
Motúa (del muiscubun). Maguey azul grisáceo. Yute, cabuya para lona.
Nabos (indigenismo). Tubérculo menor de clima frío.
Quibsa (del muiscubun). Ají.
Revancá (indigenismo). Herbacea alimenticia, utilizada para la preparación de sopas y envoltura de la masa de maíz.
Risgua, Ria chisgua (del muiscubun) Hoja con la que se envuelve el tamal.
Rubas (indigenismo). Tubérculo menor de clima frío.
Ruche (del muiscubun). Semilla de tubérculo pasada.
Uchuva (indigenismo). Fruto cítrico de clima frío
Viche (del mmuiscubun), Verde, pequeños inmaduros.
Vira-vira (indigenismo). Planta sagrada, de clima frío y paramos.
Yomi (del muiscubun). Papa.
2.6 Otras etnonimias
En usos y costumbres hablantes tendremos en cuenta algunos indigenismos muiscas, sincretismo chibcha-castellano, modismos, “vulgarismos”, etc., que aún se practican en algunas comunidades muisca y entre los habitantes del altiplano cundiboyacense:
Aguapa’nela (apócope). Agua de panela.
Apapachar (indigenismo). Expresión de acercamiento y acariciar entre cuerpos.
Arrejunte, Arrunche (indigenismo). Expresión tradicional de acercamiento entre cuerpos.
Arretranque, (indigenismo, interj.). Expresión que denota la acción de asegurar por dentro una puerta.
Berijas (vulg.). Término que hace referencia a los genitales masculinos.
Cachucho (vulg.). Expresión que denota estado de mal genio.
Cuchuco (indigenismo). Alimento que se prepara a base de cereales quebrados.
Chaguala (indigenismo). Pendiente que los indios llevaban en el pecho, herida sangrante y profunda, calzado tradicional o cotizas.
Changua (vulg.). Alimento preparado con agua, leche, sal y guisado, por lo general en el desayuno.
Chasquear (vulg). Referente a mascar como los animales.
Chicha (indigenismo). Bebida fermentada a base maíz.
Chicho (indigenismo.). De mal genio.
Chiquito (indigenismo). Diminutivo de grande.
Chimba (vulg.). Referente al sexo femenino.
Chimbo (vulg.). Expresión de fácil o práctico.
Chiripa (vulg. interj.). Expresión que se utiliza para manifestar logro o acierto casual.
Chiros, Chanchiros (indigenismo). Hace referencia a prendas de vestir viejas.
Chisme (indigenismo). Acción indisponer a otros con comentarios.
Chistear (indigenismo). Acción de hacer o decir chistes.
Chite (vulg.). Expresión que se utiliza para alejar a un perro
Chocha (vulg.). Órgano sexual femenino.
Chocho (indigenismo). Anciano molestón y malgeniado.
Chonto (indigenismo). Del término “chontal”, refiere a frutos nativos u originarios de América.
Choza (indigenismo.). Vivienda con techo de paja.
Chucha (vulg.). Expresión que se utiliza para nominar a otro de débil, o incapaz.
Chuchumeco (indigenismo). Anciano molestón y malgeniado.
Chueco (indigenismo). Torcido, que camina desgastando los zapatos de medio lado.
Chunchullo (vulg.). Referente a alimento, o intestinos asados.
Chutear (vulg. interj.). Expresión que se utiliza para manifestar que se patee el balón.
Chuzo (indigenismo). Instrumento punzante.
Chuzo (vulg.). Expresión despectiva para negocio pequeño.
Desberijado (vulg.). Hace referencia a los pantalones caídos o bragueta abierta.
Echar (indigenismo, interj.). Expresión que denota acostarse o acción de verter algún liquido o alimento.
Encachorró (indigenismo Interj.). Se enojó.
Fiambre, o Jiambre (vulg.). Comida fría que se lleva en la mochila para consumir en los descansos del trabajo.
Fogata (del muiscubun). Dios del fuego; expresión que refiere al fuego o candela.
Guache (indigenismo). Expresión despectiva para referirse al hombre brusco e indecente. Desfiguración de la palabra guecha, que quiere decir: guerrero o fuerte.
Guaimarón (indigenismo.). Hombre fuerte y grande.
Guaricha (indigenismo). Expresión despectiva para referirse a la mujer promiscua.
Guargüero (indigenismo.). Esófago del hombre y animales de consumo.
Jaisa (indigenismo). Palabra para espantar aves de corral.
Jarillón (indigenismo). Borde de surcos de sembradíos o pastizales.
Jartarse (indigenismo). Embriagarse con bebidas alcohólicas.
Jeroz (indigenismo). Expresión que denota fealdad.
Jeta (vulg.). Boca o cara, mandíbulas de animales de consumo.
Jicara (indigenismo). Expresión que denota un sorbo de bebida.
Jilimisco (indigenismo). Esquivo, desconfiado.
Jira (indigenismo). Referente a persona terca, necia o que contradice.
Jotear (indigenismo). Persona que transporta sobre sus hombros una carga.
Jondiar (vulg.). Expresión que se utiliza para la acción de lanzar, arrojar objetos o cargas.
Joto (indigenismo.). Paquete o carga.
Juyerías (indigenismo.). Habladurías, chanzas.
Mazamorra (indigenismo). Sopa de maíz.
Mechas (indigenismo). Cabello.
Michicato (vulg.). Expresión que denota tacañería.
Michico (indigenismo). Expresión que se utiliza para llamar al gato.
Motola (vulg.). Se refiere a la parte externa de la cabeza que contiene el cerebro.
Múcura (indigenismo, interj.). Tonto e inábil.
Pinchar (vulg.). Tener sexo.
Supia (indigenismo.). Sedimento de la chicha.
Suque (del muiscubun.). Sopa.
Tallón (vulg.). Expresión despectiva, de llamado de atención al infante inquieto o indisciplinado.
Tripa (indigenismo). Referente al intestino delgado de la res, del cerdo o del cordero, expresión peyorativa del estómago humano.
Vichiro (vulg.). Expresión que se utiliza para denominar al órgano sexual masculino.
Vichiroque (vulg.). Expresión que denomina a herramienta en varilla que se utiliza para amarrar el hierro en obras civiles.
Unche, rupia (indigenismo). Salvado del grano de maíz, sedimento del guarapo.
Existe la inquietud por la academia si se hallan hablantes del muysccubun, desde la resistencia y pervivencia, sí existen, lo que nos lleva a reflexionar y aceptar las distintas manifestaciones del chibcha, tanto implícitas en el sincretismo con el castellano, como permanencia y recuperación de nuestra lengua originaria. Este tema es de gran interés y hemos de seguir trabajando en él. Chogui Sua! (Buen sol).
Notas
1. Nota del Editor: Los textos entre comillas, en itálicas y justificados a la derecha, son reflexiones del autor
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