PALABRAS QUE CREAN, PALABRAS QUE OBRAN: LINGÜÍSTICA Y RE-ETNICIDAD
En el artículo Lo muisca de hoy desde lo étnico, Rodrigo Niño, autoridad de la Nación Muisca Chibcha, además de expresar su auto-reconocimiento como descendiente de los muiscas del altiplano, pone en debate los modelos clásicos y esencialistas que la antropología ha tomado para definir a las culturas étnicas. En este sentido, enfatiza en aspectos del lenguaje que dejan entrever la existencia de “lo muisca” hoy, como es el caso de los nombres de los territorios y de los elementos naturales.
Dado el peso específico del hecho lingüístico en este artículo y su incidencia en el tema, OPCA solicitó la opinión del antropólogo y etnolinguísta Daniel Aguirre Lischt, Director del Centro Colombiano de Estudios de Lenguas Aborígenes CCELA y profesor asistente del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes:
“Es un interesante artículo que muestra la importante experiencia que han llevado a cabo de tiempo atrás los descendientes de los muiscas del altiplano cundiboyacense, de re-etnización o re-indigenización, como algunos llaman, a partir de una memoria cultural aún presente en manifestaciones de cultura material, pero sobretodo en restos lingüísticos que se encuentran en los topónimos, etnónimos y patrónimos, entre otros, con los cuales se apoyan para sus pretensiones. Es un análisis, bien sustentado bibliográficamente, de un ejercicio perfectamente legítimo, cual es el de recobrar una población la memoria cultural de sus ancestros”.
Pero el que podríamos denominar hecho lingüístico, no es el único campo en el que las acciones y reclamaciones culturales de los muiscas se concretan en el ejercicio que realizan hoy en día para re-construirse como comunidades indígenas. También el campo de lo sagrado y de lo ritual ocupan un lugar de gran trascendencia.
EL CEMENTERIO INDÍGENA PREHISPÁNICO DE USME
El caso del cementerio indígena prehispánico hallado en la localidad de Usme mientras se realizaban obras de adecuación del suelo para un proyecto de vivienda de interés social, es un caso concreto que ponen en evidencia las tensiones entre desarrollo urbano y comunidades indígenas. Este caso, viene siendo registrado por lo medios de comunicación tanto escritos como audiovisuales -nacionales e internacionales- desde el año de 2007 (ver enlaces).
Para Ati Quigua, Concejala de Bogotá, la ciudadanía debe debatir sobre este asunto y fijar pociones claras:
“vamos a tener aquí una discusión muy interesante para defenderlo como patrimonio arqueológico y científico de los orígenes de Bogotá y sería bueno saber qué posición va a tomar la ciudad frente a eso porque creo que también salieron nuestros ancestros a defender el tema de la expansión urbana”.
Al igual que ella, Sigifredo Niño (autoridad de la Nación Muisca Chibcha) y Alejandro Torres (líder juvenil del sur de Bogotá), quienes se auto-reconocen como descendientes de los grupos indígenas que habitaron el territorio de la Sabana de Bogotá, hacen afirmaciones y plantean preguntas que además de revelarlos como “dolientes” frente al manejo del sitio por parte del Estado y el Distrito, advierten sobre la dualidad/dilema que sitos como estos plantean: sitio arqueológico/sitio sagrado. Y mientras que el primero afirma que se ha solicitado la creación de planes especiales de protección, el segundo se pregunta si en este caso se han seguido los conductos regulares y más aún, si existe una legislación clara al respecto.
“Se ha exigido, en forma verbal hasta ahora, que se haga un plan especial de patrimonio” Sigifredo Niño
“Por qué razón la constructora de Metrovivienda no dio aviso a tiempo a este hallazgo?, ¿será el instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) el primero en explorar la zona?, ¿seguirá vigente la licencia de construcción de Metrovivienda en una zona de frontera rural tan discutida?, ¿se garantiza la participación social y transparencia respecto a cualquier hallazgo?, ¿cuenta Bogotá con un museo arqueológico como el templo del Sol en Sogamoso, siendo la ciudad capital el principal centro cultural del país?” Alejandro Torres
Sobre estas inquietudes, OPCA contactó al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) – entidad adscrita al Ministerio de Cultura y máxima autoridad en materia arqueológica en el país, quien dejó claro que en este caso, se han venido surtiendo los procesos que señala la normatividad colombiana, aunque considera que si las labores de arqueología preventiva hubiesen estado claramente definidas desde cuando se diseñaron y debatieron los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), seguramente se hubiera podido ser más eficientes en cuanto a la preservación de los vestigios arqueológicos.
Dado que el tema de la congruencia y articulación de las normas en materia de protección del patrimonio arqueológico y los POT será tratado en un próximo número del Boletín, podemos indicar que de acuerdo con los arqueólogos Ana María Groot y Virgilio Becerra B. del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia, desde finales del año 2007 se vienen adelantando los estudios arqueológicos en el sitio – en el marco de un convenio interadministrativo entre Metrovivienda y la Universidad Nacional.
De las respuestas dadas a las preguntas que OPCA le formuló a los arqueólogos encargados del proyecto [ver link para respuestas completa], podemos concluir tres hechos principales. Primero, que las obras han sido suspendidas en el lugar mientras se adelantan estudios detallados de prospecciones arqueológicas para dimensionar el potencial del yacimiento, encontrándose el área cercada y vigilada. En segundo lugar, que al tiempo que se realiza la evaluación del yacimiento, se están realizando excavaciones y estudios de diferentes tipos, varios de ellos como tesis de grado de estudiantes de antropología y otras disciplinas. Por último, que las diferentes administraciones del Distrito Capital han permitido y promovido el contacto e intercambio de saberes con la comunidad académica, política y habitantes del sector, todo ello con miras a fortalecer una propuesta de intervención y manejo del yacimiento.
La propuesta que se está consolidando, indican los arqueólogos que dirigen el proyecto, es la construcción de un parque-museo, que se denominará Centro Cultural Ancestros de Bogotá, el cual estará adecuado para diferentes tipos actividades -turísticas, académicas y culturales-, que permitan la interacción de los bogotanos con este hallazgo ya considerado como patrimonio del Distrito y de Colombia.
Participación de las comunidades frente a los hallazgos y manejo-administración de sitios arqueológicos
Sobre este tema, y en el entorno específico de los “muiscas”, la preocupación por el papel de las comunidades frente a estos recursos histórico culturales se refleja en el artículo de Sigifredo Niño donde manifiesta que:
“Lo mínimo es que haya acompañamiento de la comunidad; lo mínimo es que, por lo menos, se permita hacer una ceremonia de pagamento para poder excavar o poder hacer un trabajo en un territorio, porque hay que hacer una ceremonia, se debe pedir un permiso. Nadie entra en la casa de otro sin golpear la puerta, hay que golpear la puerta de los abuelos, pedir permiso, hacer pagamentos, restituir espiritualmente el incurrir en ese territorio en ese momento”.
Sobre esta propuesta de Sigifredo Niño, OPCA consultó al ICANH. La respuesta recibida, más que responder sobre el papel concreto que pueden (o deben) tener estas comunidades, deja planteado que debe existir un equilibrio entre el derecho al reconocimiento de las culturas, sus referentes identitarios y el derecho a realizar procesos investigativos que involucren tales elementos por parte de otros.
En el caso concreto de Usme, la Universidad Nacional puso en evidencia la importancia que ha tenido la comunidad que habita ese territorio:
“En efecto, el trabajo arqueológico no puede ser desligado de la realidad contemporánea. Las orientaciones y directrices definidas para nuestra intervención en Usme priorizaron, entonces, la relación entre población actual y pasado prehispánico. Las actividades relacionadas con el inicio de las labores de prospección, el descubrimiento de las evidencias arqueológicas, su análisis y protección se guiaron con la necesaria interacción con la comunidad de Usme representada por su administración y por variados entes e instituciones educativas y asociativas locales”.
Es importante señalar que para OPCA las opiniones sobre la participación de las comunidades en el manejo de los recursos culturales, y en general todos los hechos tratados en este primer número del Boletín OPCA, no constituyen el punto final sino el principio de un diálogo que pretendemos construir. Por ello, es importante que usted como lector, comparta sus ideas y opiniones utilizando los canales que OPCA ha diseñado para tal fin, como son el correo electrónico (opca@uniandes.edu.co) y el link (Puntos de vista).