La salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial (PCI) consiste en un conjunto de medidas dirigidas a velar por la continuidad de las manifestaciones culturales de una comunidad o colectividad, que surge como una necesidad prioritaria para afrontar los desafíos contemporáneos generados por diferentes factores que pueden afectar la existencia del PCI. La globalización, la homogeneización cultural, la expansión del mercado, los megaproyectos y la violencia son factores que ponen en riesgo la permanencia de las manifestaciones, afectan la identidad de los grupos que vinculados con ellas y la diversidad cultural. Por eso, diferentes Estados han generado herramientas para promover la salvaguardia del PCI en sus territorios, velando así por el reconocimiento de la diversidad cultural. Este artículo habla de cómo estas medidas se han traducido en instrumentos concretos en Colombia, a partir de una aproximación participativa de la gestión de patrimonio.
“La salvaguardia es un acto de resistencia contra la pérdida del PCI, que da paso a la trasformación social y asegura la defensa de la identidad Chocoana. Pero es también un largo trabajo de consenso y sobre todo de estructuración de prioridades del PES. El Estado ha marginado el territorio y sólo lo considera como una gran reserva natural, dejando a un lado sus manifestaciones culturales, proponiendo no dejar su autonomía e independencia”.
Jackson Ramírez, Gestor Cultural de Quibdó, miembro del equipo de trabajo para la elaboración y ejecución del PES de las Fiestas de San Pacho.
IV Encuentro Nacional de Patrimonio, septiembre 25 a 27 de 2013. Barranquilla, Colombia. Mesa de trabajo Estrategias metodológicas de salvaguardia del PCI: PES y Gestión social del patrimonio.
El patrimonio cultural inmaterial (PCI) ha estado desde siempre presente en la vida de las personas: es el espíritu carnavalero, la sazón de la cocina tradicional, el conocimiento sobre las plantas medicinales y su uso, el son de las músicas de gaitas, tambores, marimbas y tiples, la devoción a un santo patrono o el saber hacer que está en la base de los oficios tradicionales.
El PCI es parte integral y fundamental de la identidad y de la diversidad cultural de las naciones. Tan dinámico como la cultura misma, el PCI está expuesto a los cambios internos y externos que afectan a las comunidades portadoras, y que causan a veces el deterioro y la pérdida de los referentes culturales que lo sustentan. Amenazas tales como la creciente globalización, la falta de una estructura organizativa institucional clara, enfocada en la comprensión y el fomento de estas expresiones culturales, y las condiciones históricas, políticas, económicas y sociales de los países y las regiones que las circunscriben han hecho que los Estados consoliden una serie de medidas enfocadas en la salvaguardia del PCI. Esto se ve reflejado en la creación de instrumentos internacionales, tales como convenciones que han impulsado la creación de políticas públicas en el orden nacional, como la Política de Salvaguardia del PCI en Colombia.
La Lista representativa de patrimonio cultural inmaterial (LRPCI) aparece como la primera herramienta de salvaguardia en Colombia respaldada por la Ley (Ley 1185 de 2008, Decreto 2941 de 2009 y Resolución 330 de 2010), luego de que se ratificara la Convención de la Unesco de 2003 y se adaptara así este mecanismo de manera oficial. Su conformación y administración competen conjuntamente al Ministerio de Cultura y al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
La LRPCI es un registro de información y un instrumento concertado entre las instancias públicas competentes, dirigida a aplicar un Plan Especial de Salvaguardia (PES) a las manifestaciones que ingresen a ella. Busca dar cuenta de la diversidad de experiencias y formas en que los diferentes grupos sociales han expresado su pertenencia al territorio que hoy es Colombia, siendo por tanto base de una identidad común.
La representatividad que promueve la pertenencia a la LRPCI del ámbito nacional, busca generar una mayor consciencia en el país de la multiplicidad de trayectorias humanas, sociales, históricas, culturales y económicas que atraviesan a Colombia y que hacen parte de ella. Al interior de los grupos busca brindarles un reconocimiento que se exprese en la generación de capacidades de mayor autogestión en términos administrativos y políticos frente a su patrimonio, así como de mayor valoración frente a sí mismos y a los demás. En esa medida, la LRPCI del ámbito nacional busca expresar la diversidad cultural que caracteriza la identidad del país en el presente, pero que a su vez es resultado de múltiples procesos amplios en el tiempo. Es así como el patrimonio inmaterial es reflejo de identidad, sentido de pertenencia y un sentimiento de continuidad histórica.
Es importante recordar que las manifestaciones de PCI no son otra cosa que expresiones culturales, colectivas y dinámicas, que reafirman la identidad de un grupo humano al reflejar elementos, conocimientos y tradiciones cuyos protocolos están fundados en la tradición y que están cargados de elementos simbólicos. De ahí la importancia de que la salvaguardia de una manifestación surja por iniciativa de la comunidad portadora. Esta última será también quien vele por salvaguardar tanto la manifestación en sí como aquellas tradiciones culturales que la rodean y que hacen posible su realización, pues las personas son los medios que facilitan dichas tradiciones y que permiten su transmisión.
La salvaguardia es entonces una herramienta dirigida a construir las condiciones necesarias para que el PCI continúe existiendo, así como para animar a las comunidades portadoras a promulgar y recrear aquellas expresiones, representaciones y prácticas que construyen su patrimonio cultural vivo.
La Lista representa también una herramienta de salvaguardia integral del PCI en la medida que abarca un gran espectro de lo que significa una manifestación como patrimonio para un grupo social. Esto quiere decir que el ejercicio de reflexión, introspección y reconocimiento que implica la elaboración de un PES, pueden tocarse temas que van desde lo cotidiano hasta las agendas políticas territoriales o las reivindicaciones a nivel nacional. Lo anterior se da porque el patrimonio es similar a una sobrilla bajo la cual se encuentran los diferentes aspectos de la cultura de un grupo determinado; es a la vez lo más evidente y lo más sutil, aquello que cubre todo pero que al mismo tiempo es su base, permeando así un amplio espectro de la identidad de una colectividad. Su salvaguardia, por lo tanto, no es evidente, ni tampoco lo es la identificación de sus diferentes matices. Y sin embargo es por ese mismo carácter etéreo que se aborda el tema como salvaguardia integral, pues el ejercicio de reflexión, introspección y reconocimiento que implica la elaboración de un PES, pueden tocarse temas que van desde lo más cotidiano hasta reivindicaciones culturales de alcance nacional, para así propender por la viabilidad del PCI en el tiempo.
Mientras que la Lista propende por la sensibilización de la Nación hacia la diversidad de formas en que se expresa nuestro patrimonio cultural inmaterial, los PES contemplan medidas dirigidas a la protección y salvaguardia de este patrimonio, desde acciones e iniciativas concertadas entre los entes territoriales de los diferentes ámbitos y los grupos sociales portadores de estas manifestaciones. En este sentido, la inclusión de una manifestación en la LRPCI reconoce que ésta es patrimonio común de la colectividad identificada con la manifestación.
El PES se define como un acuerdo social y administrativo, concebido como un instrumento de gestión del PCI, mediante el cual se establecen lineamientos, recomendaciones y acciones encaminadas a garantizar la salvaguardia del patrimonio intangible de las comunidades y de la Nación. Podemos decir entonces que el PES tiene dos dimensiones: por un lado, es un acuerdo social orientado a garantizar la viabilidad del PCI en el tiempo; por el otro, es una herramienta de gestión que le ayuda a una comunidad o grupo social a conocer mejor, proteger, hacer visible y fomentar las manifestaciones de su cultura, es decir, a gestionar y salvaguardar su patrimonio.
La elaboración de un PES surge de la necesidad de una comunidad de preservar, visibilizar, proteger, revitalizar o promocionar una manifestación cultural que exprese su identidad, su historia y su cultura. Concierne también el propósito de propender por la continuidad de las comunidades involucradas en las manifestaciones del PCI, así como la diversidad cultural entre diferentes grupos sociales. La salvaguardia es entonces una herramienta para acoger medidas que proporcionen las condiciones necesarias para que el PCI continúe existiendo, así como para animar a las comunidades a promulgar y recrear aquellas expresiones, representaciones y prácticas que construyen su patrimonio cultural vivo.
El proceso de elaboración del PES representa los cimientos de la salvaguardia: es un tiempo de maduración, reflexiones, introspección y consensos entre los actores acerca de su patrimonio. Es también el momento de fortalecimiento de organizaciones y de apropiación de la salvaguardia de la manifestación por parte de las colectividades.
Si bien la LRPCI no es la que hace que una manifestación sea o no patrimonio, diferentes comunidades alrededor del país han tomado la LRPCI como un camino que asegura la afirmación de lo local frente al carácter homogeneizador de las instituciones, convirtiéndola en una herramienta que sirve para dinamizar procesos sociales a partir de la reflexión y la introspección al interior de las comunidades. En tanto herramienta de reivindicación, la LRPCI puede ser un medio para afianzar la identidad individual y colectiva, así como para generar procesos culturales de rescate, preservación y resistencia.
Por eso la salvaguardia, más allá de la definición dada por la Unesco1, ha demostrado ser en la práctica una acción protección, compromiso, vigilancia y prevención que busca garantizar modos de vida, que defiende el patrimonio humano y protege la identidad regional. Es lo que reconecta a las personas en medio de la diferencia, el intercambio y el respeto. La salvaguardia promueve una reflexión que ayuda a retornar y recuperar la tradición apelando a la memoria de sus portadores para revindicar la importancia de lo propio hacia dentro y hacia fuera. Es una forma de resistencia, de autonomía, de independencia, de afirmación de valores propios y de reconocimiento de un territorio.
Las Fiestas de San Pacho en Quibdó, Chocó, han tomado esta herramienta de gestión como una forma de reivindicar la riqueza cultural de su departamento, así como la historia de sus habitantes. Recientemente incluida en la Lista Representativa de la Humanidad por la Unesco, esta manifestación se ha valido de la patrimonialización para dar a conocer la Fiestas como una manifestación cultural testigo de la resistencia cultural de una comunidad cuya historia está marcada por la colonización e imposición de una doctrina religiosa, cuyos valores católicos han sido reinterpretados en el sincretismo para hoy reunir elementos tanto religiosos como paganos en un evento que celebra la sana convivencia, la territorialidad y el diálogo. El San Pacho es una fiesta del pueblo, donde conviven los valores franciscanos, las artes populares, la música, la rumba, la resistencia política y la devoción por el Santo.
La vía de la patrimonialización trae muchos retos e incluso descensos; pero lo cierto es que ha sido, al interior de la comunidad, una excusa para reflexionar hacia adentro y recordar esa importante resistencia que las comunidades afro han venido ejerciendo en el Pacífico colombiano.
Notas
1. La salvaguardia se entiende como las medidas encaminadas a crear condiciones para la sostenibilidad del PCI en el tiempo, a partir de su documentación, investigación, preservación, protección, sensibilización, promoción, fomento, transmisión, revitalización y respeto a la tradición. Tiene que ver también con el propósito de asegurar la continuidad de las comunidades involucradas en las manifestaciones del PCI, en la perspectiva de proteger la diversidad cultural.