Hace más de una década se institucionalizó la idea del patrimonio cultural inmaterial a nivel internacional a través de la convención de Unesco para su salvaguardia. Parte del éxito se refleja en su ratificación por más de 150 países alrededor del mundo y las más de 220 manifestaciones incluidas en las listas representativas de Unesco. La Convención ha motivado no sólo la introducción del concepto en la legislación nacional de múltiples países, el inicio de programas y el impulso a proyectos de salvaguardia de un variado tipo de manifestaciones culturales y un vuelco importante de la atención internacional sobre la existencia y la importancia del tema. Desde el ámbito de las ciencias sociales, ha permitido encausar bajo una sola idea conceptos tradicionales como la memoria y la identidad, dando una nueva perspectiva y definiendo nuevos escenarios que van de la gestión institucional al uso político del concepto, de la construcción del sujeto contemporáneo a la reproducción de la vida cotidiana.
Los textos compilados en este número del Boletín dan cuenta de dos nichos discursivos en los que circula el concepto. Por una parte, la conceptualización misma del patrimonio cultural inmaterial, con una reflexión profunda sobre el concepto, las implicaciones de su salvaguardia y los inventarios de las manifestaciones culturales que lo conforman. Por la otra, su puesta en escena como un ejercicio de movilización de intenciones y recursos, que puede leerse desde el papel que juega hoy el patrimonio cultural y las comunidades locales al interior de tres instituciones: la escuela, el museo y la biblioteca.
Dentro del primer grupo, el Boletín ofrece los textos de Manuel Salge (El patrimonio cultural inmaterial como principio de autoridad), Daniela Rodríguez (La Lista representativa de patrimonio cultural inmaterial: más allá de un listado, un ejercicio para la salvaguardia) y Jaime García (Defensa de las antologías de poesía). Mientras que los textos de Salge y García se ubican en los márgenes de la reflexión patrimonial proponiendo nuevas aproximaciones al concepto, el de Rodríguez está más cerca de lo institucional y del discurso oficial del patrimonio.
Así, mientras Salge plantea que “una mirada atenta devela que el patrimonio es una condición que se otorga y no un principio fundante…” y que por ende el “…patrimonio es siempre un acto de poder …[que] debe ser legitimado y se legitima en función del estatus de quien lo soporta”, Rodríguez parte del presupuesto que: “El patrimonio cultural inmaterial (PCI) ha estado desde siempre presente en la vida de las personas: es el espíritu carnavalero, la sazón de la cocina tradicional, el conocimiento sobre las plantas medicinales y su uso, el son de las músicas de gaitas, tambores, marimbas y tiples, la devoción a un santo patrono o el saber hacer que está en la base de los oficios tradicionales”. Estas posturas ponen de manifiesto que existen diversas aproximaciones al concepto de patrimonio que inciden directamente en las construcciones y realidades sociales que de allí se desprenden.
Jugando sobre lo oficial y lo subvertido se puede mencionar que García afirma que: “Los inventarios culturales propuestos por el Ministerio de Cultura, puestos en marcha en departamentos y municipios piloto, suelen convertirse en catálogos, que dividen lo tangible de lo intangible, lo material de lo inmaterial, lo mueble de lo inmueble, lo oral de lo escrito, a la vez que avanzan con decisión hacia lo popular”.
En el segundo grupo encontramos los textos de Jimena Perry (Reflexiones en torno al Patrimonio Cultural Inmaterial: ¿Eso qué es y para qué sirve?), Catalina Rojas et al (Sala mi Corregimiento, espacio para la apropiación del patrimonio inmaterial, más allá del almacenamiento de material bibliográfico en el Parque Biblioteca Fernando Botero) y Miguel Sgrabi (A imaterialidade da cultura: o que se vê na perspectiva de educandos entre seu cotidiano e suas referências). Los tres textos presentan experiencias novedosas donde instituciones de corte tradicional comienzan a explorar una nueva relación con las comunidades que en últimas produce una nueva valoración para estos espacios.
El texto de Perry trata de responder a la pregunta de qué es el patrimonio y para qué sirve, a partir de una experiencia reciente de origen comunitario, la que le lleva a plantear que: “Hasta hace poco se pensaba en los museos y en el patrimonio que albergan como espacios estáticos, en los cuales el tiempo no pasa y los objetos culturales pierden algo de su vigencia. El Mochuelo reta estas concepciones al demostrar cómo el patrimonio inmaterial es recuperado y creado y cómo se pretende sea salvaguardado. Es un claro ejercicio de una comunidad por demostrar cómo sus manifestaciones culturales dan sentido a su vida y cómo quieren que sea su museo”.
Esta situación contrasta con la que Rojas et al presentan, la cual toma como eje de reflexión la gestión en un espacio ya consolidado como es una biblioteca en un entorno rural y se plantean como “…el concepto de Parque Biblioteca, en nuestro caso, le apuesta al mantenimiento de dichas prácticas [rurales], a la divulgación y puesta en valor de las costumbres que en el área de influencia confluyen, procurando así, que la permanencia de saberes y tradiciones sean consultadas en dichos flujos de información”.
Estos múltiples escenarios de reflexión comprenden también los que Sgrabi rastrea en dos escuelas que por sus condiciones contrastantes reflejan una diferencia en el abordaje de la realidad y del concepto de patrimonio: “O que a pesquisa revela, entretanto, é a não confirmação da hipótese apresentada, ainda que os educandos do colégio de maior rendimento (CEP) apresentam uma visão mais técnica e distanciada de suas realidades, ao passo em que no Colégio Maria A. Teixeira as vivências cotidianas dos educandos e o sentimento de pertencimento coletivo dos patrimônios culturais são evidenciados”.
Como lo hemos ya dicho, en otras ocasiones, más que una respuesta o unas respuestas, desde OPCA queremos siempre traer estas voces, diversas y comprometidas, para que el lector pueda ser parte de este diálogo. Dado que nos interesa promover espacios para esas voces plurales sobre el tema, más que agotarlo en este boletín, señalamos a continuación una serie de recursos que creemos son importantes para que quienes tengan interés en el asunto puedan bajo su propio riesgo, navegar en la materia.