Introducción
En la ciudad portuguesa de Porto, en la Praçado Império de la Freguesia de Foz do Douro, se encuentra el monumento Ao esforço colonizador portugués (Figura 1 y 2), obra realizada en 1934 por los escultores portuenses José Sousa Caldas y Alferes Alberto Ponce de Castro. La obra es un obelisco de granito con una altura aproximada de diez (10) metros, coronada por el escudo de armas de Portugal, y compuesta por una superposición de estructuras rectangulares en cuya base están esculpidas -en guras humanas- los ‘pilares’ de la colonización portuguesa: la mujer, el misionero, el militar, el médico, el agricultor y el comerciante.
Ao Esforço Colonizador Português.
Imágenes tomadas de: AQUÍ (consultada 15 de octubre de 2016)
Ao Esforço Colonizador Português.
Originalmente, la escultura estuvo ubicada en el jardín principal del Palacio de Cristal, también conocido como Praça do Império que daba entrada a la I Exposición Colonial Portuguesa en 1934. Al finalizar la exposición muchas de sus esculturas iniciaron una ‘diáspora’ urbana, que llevaría la obra de Sousa a su ubicación actual en Foz do Douro, que para aquel tiempo estaba en pleno proceso de expansión residencial (Pinheiro, s.f.; Campos Moura, 2009).
Si bien la estructura original hacía parte de todo un engranaje propagandístico del colonialismo del Estado Novo, su nueva localización también obedece a un criterio colonial, esta vez desde los referentes urbanos propios del régimen dictatorial caracterizado por el exaltamiento de la historia como factor de grandeza de la nación portuguesa, esta vez desde la toponimia urbana colonial.
Para darle una lectura histórica a este monumento utilizaré dos aproximaciones: a) el memoryscape de Ullberg (2013) en donde se da la conjunción entre memoria y paisaje; y b), la tipología de los lugares de la memoria de Weah (2011), específicamente lo que él llama ‘Visible places that are visible’ y ‘Visible places that are invisible’. La primera nos permite comprender cómo el establecimiento de un monumento obedece a un discurso organizador de la experiencia, en este caso el rol del colonialismo en la construcción de la nacionalidad-identidad portuguesa propio de los regímenes autoritarios. Y por otro lado, la tipología de Weah nos lleva a cuestionar la aprehensión del monumento en las prácticas de patrimonio, del cómo los lugares cumplen una intencionalidad política, ya sea por su reconocimiento como por su olvido.
Bajo estos parámetros se puede contemplar el espacio urbano como una metanarrativa, en la cual los monumentos expresan intencionalidades a diversos públicos. En este caso el conmemorar el potencial colonial se asemeja a la construcción y localización de las estatuas republicanas erigidas en las plazas colombianas.
Visibilidad colonial en la exposición
O Esforço colonizador Português fue elaborada originalmente como parte integral de la I Exposición Colonial Portuguesa realizada en 1934 como parte de la estrategia propagandística colonial del Estado Novo promovida desde 1930 con el Acto Colonial. La finalidad de este evento era replicar el éxito de la Exposición Colonial de París de 1931 y darle continuidad a las exposiciones coloniales e industriales que se habían gestado en la ciudad, todas ellas en el Palacio de Cristal (Figura 3) a lo largo del siglo XIX.
Imágenes tomadas de AQUÍ
Con la instauración del Estado Novo en Portugal (década de 1930) se inicia la búsqueda de la grandeza imperial, encontrando en las colonias un escenario propicio para re-construir el discurso nacionalista. La búsqueda se hizo bajo los preceptos de la ‘misión civilizacional a la portuguesa’ que le permitía la adaptación a las condiciones coloniales sin dejar de lado los ‘valores occidentales’1. De forma complementaria, también surge dentro de esta retórica la idea de esplendor y tamaño del imperio, la cual se consolida en el mapa ‘Portugal não é um pais pequeno’ en donde se sobreponen en un mapa de Europa los territorios ultramarinos portugueses.
Este intento por re-construir la grandeza portuguesa tuvo como ejemplo la Exposición Colonial de Paris (1931), en donde los franceses realizarían en los jardines de Vincennes una recreación viva de sus colonias, acompañada por sus ‘logros civilizacionales’, principalmente la industria en las colonias. Así, los portugueses verían en las exposiciones un escenario propicio para una ‘pedagogía’ nacionalista que permitiera atribuirle a la metrópoli su importancia ante el mundo colonial.
Bajo esta influencia y como parte de un proyecto de rehabilitación urbana, en 1934 la Cámara compra los terrenos abandonados del Palacio de Cristal e inicia el diseño de la primera gran exposición del mundo colonial portugués. Para ello no sólo se reproducen los territorios coloniales, se traen colonos y se exponen logros de la modernización, sino que también se pone en funcionamiento un gran aparato educativo que busca inculcar en los visitantes el rol del portugués en la creación de dicho mundo.
En este escenario el monumento creado por Sousa se convierte en la principal referencia, no sólo por ser el epicentro de la exposición, a manera de antesala al Palacio, sino porque sus pilares muestran ‘el ser portugués’. Es como si la escultura fuese una guía misma de la exposición, con cada uno de sus pilares asociado a un momento histórico particular: 1. La medicina y la llegada de la ciencia, 2. El comercio ultramarino, 3. Las batallas, 4. Las obras misioneras y el catequismo, cada uno configurando un punto exacto de la creación de ese mundo colonial que debía ser exhibido y aprehendido por sus visitantes.
(In)visibilidad: iconografía del trazado urbano de Foz do Douro
La relocalización de la escultura está asociada al proceso de expansión urbana de la ciudad de Porto durante el siglo XX. Para esa época el poblado de pescadores y de bañistas del siglo XIX estaba en un proceso de asentamiento de las ‘elites’ portuenses (Campos Moura, 2009).
La construcción de las grandes avenidas, Boavista y Marechal Gomes da Costa, buscan integrar este punto periférico con la ciudad. Sin embargo, tal como lo menciona Pinheiro (s.f.), la plaza ya se convierte en un ícono imperial como centro de la saudade imperial. Esto es, la forma en que pasa de ser un portal colonial durante la exposición a convertirse en un punto de encuentro de la historia colonial portuguesa a través de la toponimia. Pinheiro nos muestra esto al sobreponer los nombres de las calles que llegan al obelisco en donde encontramos la secuencia así (Figura 4):
Porto, Portugal. Imagen tomada de Google Maps 2017.
El punto 1 corresponde a la Rua D. Nuno Álvares Pereira, calle que adquiere el nombre de uno de los comandantes más importantes en el proceso de independencia de Portugal en el siglo XIV. Durante este tiempo lideró el ejército portugués, con la alianza británica, contra los ejércitos de Castilla, siendo el héroe de la batalla de Aljubarrota. Su hija Beatriz se casaría con el futuro Alfonso I, monarca portugués de la dinastía de Braganza. Después de enviudar se convertiría en monje carmelita hasta su muerte. Durante el Estado Novo se inició el proceso de canonización, el cual sería materializado hasta 2009 por el papa Benedicto XV. El número 2 es la Avenida do Marechal Gomes da Costa que responde al oficial del ejército portugués, héroe en las batallas de pacificación en las colonias portuguesas. El número 3 es la Rua Bartolomeu Velho quien fue un cartógrafo y cosmógrafo portugués nacido en el siglo XVI, en donde su obra más representativa sería el mapamundi ‘Carta Geral do Orbe’, y de forma complementaria su texto ‘Cosmographia’ en donde se incluye una gura de los cuerpos celestes basado en el modelo geocéntrico de Ptolomeo. El número 4 es la Rua Diogo Botelho, personaje que fue miembro de la nobleza portuguesa del siglo XVII al ser elegido como Gobernador General de la Colonia de Brasil. Estuvo emparentado con Nuno Álvares Pereira al casarse con una de sus hijas, María. De igual forma existe un homónimo suyo que sería cartógrafo en el siglo XV y parte de las expediciones de los descubrimientos en el mundo de las Indias Orientales. Y finalmente el número 5 es laRua Diu que responde al nombre de la ciudad e isla en India donde se instauraría la colonia portuguesa de Goa. Este fue uno de los enclaves portuarios de Portugal en la era de los descubrimientos hasta el siglo XVII, siendo no sólo entrepuesto comercial como también punto de partida de la obra misionera católica en las Indias Orientales.
Este cruce de caminos retrata, a través de eventos, el proceso de construcción histórica del imperio portugués tomando como partida la independencia de Castilla en el siglo XIV y el establecimiento de la frontera más antigua de Europa, hasta llegar a las colonias ultramarinas como lo fue Goa. Este elemento será central en el Estado Novo, ya que no sólo se busca ese ‘estar en el mundo’ sino que también establece una identidad nacional desde la historiografía.
Sin embargo, estas referencias actualmente pasan desapercibidas, la referencia a los nombres está en las placas urbanas pero ausentes del imaginario colectivo, significando que en su cotidianidad no pasan de ser un mero referente espacial lejano a aquella construcción nacionalista. No obstante, el monumento sigue siendo un referente espacial que en el 2009 fue escenario de disputas por la construcción del metro, en donde no sólo el discurso asociado a la preservación primó, sino que se complementó con la protección de esta zona urbana como espacio residencial.
Observaciones finales
El caso expuesto evidencia el marco expositorio de los monumentos, en donde la memoria se transfigura en diferentes procesos bajo una misma narrativa. Esta transformación se da mediante el paso de un “Visible place that is visible” a un “Visible place that is invisible”, el cual está enmarcado en el tipo de experiencia asociada al monumento. Mientras la primera categoría nos lleva a una intencionalidad directa marcada por el contexto de uso (la exposición) y su clara intencionalidad política; en su relocalización este valor se da de forma indirecta mediante el uso de una memoria compartida y no impartida. Esto quiere decir que se da un proceso de contraposición de memorias urbanas y políticas, desde su uso inicial como portal colonial a llegar a ser una confluencia de caminos. Bajo esta mirada, la idea de ‘atemporalidad patrimonial’ queda sujeta a las experiencias que se le imprimen al espacio urbano, convirtiéndose en un colla ge de memorias hilados acorde a los discursos políticos predominantes en un tiempo específico.
Notas
1. Si bien durante la década de 1930 imperaba la idea de la misión civilizacional y la idea del portugués como creador de mundos (idea asociada a los descubrimientos del siglo XV), las teorías del brasileiro Freyre replantearían ese estar en el mundo portugués a través del lusotropicalismo. Esto significa que no sólo es la capacidad de adaptación del colono a las condiciones coloniales la que produce el mundo colonial, sino es su mestizaje el que le permite instaurar órdenes coloniales atípicos del modelo británico y francés.