Introducción
Guamal es una localidad ubicada en la región noroccidental del departamento de Caldas en Colombia. Se encuentra bajo la jurisdicción del municipio de Supía y del resguardo indígena de Cañamomo Lomaprieta. Guamal es una de las treinta y dos comunidades adscritas al Cabildo de Cañamomo Lomprieta desde los años 1990. Bajo esta doble jurisdicción, Guamal está poblada en su mayoría por descendientes de esclavos que llegaron a la región en el periodo colonial para explotar las minas de oro y plata. Sus habitantes reclaman una identidad comunitaria guamaleña, que es de carácter histórico: un pasado común relacionado con la esclavitud y la libertad ganada, el apellido Moreno, – que un gran número de los guamaleños conservan como herencia de la que fuera una de las últimas amas esclavistas – y el culto a Santa Ana, patrona y protectora de la localidad.
La mayoría de los guamaleños se adscriben a la organización indígena de Cañamomo Lomaprieta, sin que esto represente necesariamente una ambigüedad en la manera de concebir su identidad cultural. Por su parte, el Cabildo indígena los reconoce en tanto comuneros y habitantes del resguardo al mismo nivel que los habitantes indígenas. Este escenario no está libre de conflictos. Algunos guamaleños no se sienten representados por la organización indígena y encuentran que ésta no defiende los intereses de la comunidad afrodescendiente. Una sección de guamaleños, que contradicen la autoridad del Cabildo indígena, conformaron una organización independiente fundada en la identidad étnica afrodescendiente. Desde el año 2013 el Consejo Comunitario Afrodescendiente de Guamal fue oficialmente reconocido por el Ministerio del Interior, generando fuertes debates en la escena local, así como un nuevo escenario de reivindicación etno-política. Las reclamaciones de los colectivos y de algunos individuos aluden especialmente, hasta nuestros días, los derechos territoriales asociados a las identidades étnicas, afrodescendiente e indígena.
Esta amplia reconfiguración, al mismo tiempo comunitaria, etno-política y territorial, es evidenciada a lo largo de mi tesis doctoral en antropología (Lara-Largo, 2019). Las fiestas populares guamaleñas fueron además objeto de mi trabajo de maestría en antropología (Lara Largo, 2014). Ambas investigaciones de carácter etnográfico desarrolladas entre los años 2013 y 2018 inspiran las reflexiones del presente texto. Aquí propongo específicamente un análisis de una importante fiesta guamaleña, con el fin de evidenciar diferentes procesos de valorización cultural de lo afrodescendiente emprendidos por los colectivos en la escena local. En primer lugar, pretendo hacer una breve descripción del Carnaval Negroide de Guamal, fiesta objeto de mi reflexión. En un segundo momento mostraré dos vías de un mismo proceso de patrimonialización, en tanto valorización cultural festiva de lo afrodescendiente en Guamal. Por una parte, dicha valorización representa una oportunidad para los guamaleños, quienes exaltan su identidad negra a través de manifestaciones festivas no indígenas, reforzando su diferencia cultural, su patrimonio distintivo en un contexto que se encuentra por fuera de los imaginarios nacionales y regionales del poblamiento afrodescendiente en Colombia. Por otra parte, es una apuesta fundamental del proyecto etno-político del Cabildo Indígena de Cañamomo Lomaprieta.
El Carnaval Negroide de Guamal: exaltación festiva de lo afrodescendiente en miras a la diferenciación identitaria en un contexto regional
Cada dos años, en el mes de diciembre, tiene lugar el Carnaval Negroide de Guamal. Durante los tres a cuatro días de celebración la fiesta tiene como objetivo la exaltación de la identidad negra de los guamaleños. Los desfiles, las comparsas, las verbenas populares nocturnas, las alboradas con voladores y chirimías, se acompasan con el fervor, las danzas y los cantos de los guamaleños y de los visitantes que los acompañan en una de las más importantes fechas de su calendario ritual. Para la gran mayoría de los guamaleños, independientemente de su adscripción etno-política (con el Cabildo Indígena o con el Consejo Comunitario) el Carnaval Negroide es un condensado y al mismo tiempo una exhibición del patrimonio cultural. Según mis interlocutores guamaleños de más avanzada edad, el Carnaval se ha celebrado desde tiempos inmemoriales, con altos y bajos en la intensidad y la regularidad de la celebración. Como muchas otras fiestas en Colombia, durante el periodo de la violencia política de los años 1950, la fiesta se habría realizado de manera más discreta. Luego, a partir de los años 1980, habría recobrado su vigor.
Algunos miembros de la Junta Organizadora del Carnaval Negroide de Guamal trabajan desde esta época en la preparación de la celebración. Evelio Moreno, Ligia Moreno, Jorge Moreno y Sandra Valencia insisten sobre el valor del Carnaval como manifestación de la identidad negra en Guamal, y casi siempre han estado vinculados en mayor o menor medida con su realización. Esta fiesta es posible gracias al trabajo de esta Junta, grupo de hombres y mujeres que durante los meses previos a la fiesta se encargan de encontrar los recursos, movilizar a la comunidad y presionar a algunas instituciones públicas y privadas para que financien las actividades principales. Son ellos y ellas también los responsables de los espectáculos y de la logística durante la celebración.
La fiesta cuenta con la participación de toda la comunidad de Guamal y de las veredas aledañas. Niñas, niños jóvenes y adultos de todas las edades encuentran, en diferentes momentos, espacios de participación, de esparcimiento y de regocijo. Las comparsas se organizan a través de temas de actualidad y las letras se componen sobre melodías famosas o de las modas del momento. Durante los desfiles las gentes disfrazadas recorren las calles de Supía y de la vía que comunica con Guamal, bajo la mirada atenta de los espectadores. La joven reina del Carnaval, ataviada en lo alto de alguna camioneta decorada, se rodea de los grupos de danzas locales e invitados en medio de la vía obstaculizada por la multitud. En las verbenas populares son protagonistas los escenarios financiados por las industrias licoreras y las orquestas de música tropical. Los guamaleños bailan sin parar hasta que el día comienza de nuevo. La pólvora revienta en la alborada, los grupos de chirimía se pasean por las calles destapadas del pequeño pueblo, despertando a los que se han quedado dormidos, generando así la sensación de una fiesta que no se detiene.
El Carnaval es el más importante momento ritual de la exaltación de la identidad negra en Guamal. Es allí donde se insiste sobre la existencia de una cultura propia que difiere de la de sus vecinos, manifestación de una valorización de la diferencia. Para el pueblo de Guamal, la fiesta permite visibilizar la cultura afrodescendiente en un departamento andino donde la presencia de pueblos descendientes de esclavos no es necesariamente conocida. Es una manera de diferenciarse frente a la cultura paisa blanca, hegemónica en el departamento, y frente a la cultura indígena, mayoritaria en la región noroccidental de Caldas.
Valorización cultural festiva de lo afrodescendiente en el marco de un proyecto etno-político afro-indígena.
El Cabildo Indígena de Cañamomo Lomaprieta es uno de los principales patrocinadores del Carnaval Negroide de Guamal. Los miembros de la Junta Organizadora son casi todos ellos miembros activos de las actividades comunitarias emprendidas por el Cabildo, a través del cabildante guamaleño de turno. En gran parte es la base organizativa indígena la que permite la realización del Carnaval en Guamal. Para el Cabildo de Cañamomo Lomaprieta, el apoyo que se brinda a la fiesta de los guamaleños se inscribe en una agenda etno-política que busca exaltar y reconocer la diversidad cultural al interior del territorio indígena.
Después de 28 años de la promulgación de la política multicultural colombiana los grupos locales han desarrollado una amplia gama de competencias y estrategias resultado de la apropiación del multiculturalismo. En esta medida, éste ha dejado de ser competencia exclusiva del Estado y sus autoridades para convertirse en un nuevo campo relacional para los grupos minoritarios, en el caso que nos ocupa, afrodescendientes e indígenas. Una de las consecuencias de la promulgación del multiculturalismo fue precisamente la formalización de categorías étnicas que dibujaban contornos delimitados de las identidades locales. Sin embargo, el contexto guamaleño sobrepasa esta lógica etno-territorial, inherente al modelo de gestión de la diferencia “una etnia, un territorio”.
Desde los años 1990, el Cabildo Indígena ha hecho una fuerte presencia en las comunidades que habitan al interior de los territorios reclamados como ancestrales, a través de un proyecto político y social fundado en la defensa de las tierras del resguardo. Los líderes indígenas, como Héctor Jaime Vinasco, Carlos Eduardo Gómez y Arnobia Moreno, en el marco de diferentes encuentros a lo largo de los últimos cinco años, afirmaban que la organización indígena reconocía abiertamente la identidad negra de los guamaleños y esto era prueba del carácter diverso y pluricultural, tanto de su territorio como de su organización. En este sentido, la identidad afrodescendiente de los guamaleños era valorizada y hacía parte de un proyecto etno-político que considera a los guamaleños como afro-indígenas. Esta idea fue enunciada en el marco del Carnaval negroide del año 2015:
Hace varios siglos la historia quiso que la comunidad indígena de Cañamomo y Lomaprieta y la etnia afro nos uniéramos en este mismo territorio. Hoy nos une la historia, la cultura, la identidad, es el mismo territorio. El proceso político, el proceso organizativo, por eso hoy somos una sola familia como resguardo, como comunidad afro de Guamal y siempre nuestro resguardo se ha sentido orgulloso de contarle a Caldas, a Colombia y al mundo que en nuestro resguardo hay una comunidad, muy particular pero muy importante como es Guamal. Por eso muchos guamaleños hoy dicen que son Afroindígenas, porque ya nos hemos unido en sangre en corazón y en identidad (Carlos Eduardo Gómez, Gobernador indígena de Cañamomo Lomaprieta 2015).
Este giro hacia la utilización de una categoría identitaria no institucionalizada (la de afro-indígena), implica un esfuerzo por parte de la organización indígena por hacer frente a un proceso de patrimonialización interna de la cultura afrodescendiente, que en principio sería contradictoria con las fronteras de lo indígena. En esta medida, asistimos a una situación que difiere de otros contextos latinoamericanos en los que el concepto de afro-indígena se ha puesto en marcha. En el volumen número 12 del Journal of Latin American and Caribbean Anthropology (2007), varios autores analizan diferentes procesos de reconocimiento, de formalización y de reivindicación ligados a las identidades afro-indígenas, bajo la influencia del multiculturalismo latinoamericano (Anderson, 2007, 2009; Greene, 2007; Ng’weno, 2007; Restrepo, 2007). Charles Hale (2014) en Nicaragua, estudia los trámites emprendidos por los Garífuna en nombre del reconocimiento de sus territorios reivindicando abiertamente una identidad afro-indígena. En Brasil, Marcio Goldman (2014) insiste en el desarrollo de un modelo teórico en el que el uso de la expresión de relación afro-indígena permitiría desarrollar una nueva perspectiva analítica alejándose del mito del mestizaje de las tres razas (blanco, indio y negro). Sin embargo, ninguna de estas investigaciones analiza la manera en que la categoría de afro-indígena emerge como propuesta de un grupo étnico para hacer frente a un proceso de diferenciación cultural en el seno de su propia comunidad y al interior de un territorio que se reclama como propio. En el caso de Guamal si bien pocos guamaleños reclaman una identidad afro-indígena, la categoría en sí misma permite al Cabildo de escapar de los esquemas identitarios institucionalizados, en miras a un proyecto propio de gestión de la diferencia al interior de su territorio.
Conclusion
Esta fiesta, como principal momento de valorización cultural de la identidad afrodescendiente, encarna un doble propósito en este contexto de “imbricaciones identitarias” (Lara-Largo, 2019). Por una parte, permite la diferenciación cultural de los guamaleños frente a sus vecinos indígenas y blancos-paisas, exaltando su patrimonio cultural afrodescendiente por fuera de los imaginarios del poblamiento negro en Colombia. Por otra parte, el Carnaval permite la defensa de un proyecto etno-político original por parte del Cabildo indígena de Cañamomo Lomaprieta, quien reclama su legitimidad territorial sobre su resguardo a través de los principios de diversidad y pluralidad cultural.
Según la perspectiva analítica de Antonio Ariño (1992), el programa de actos festivos que él denomina “objeto celebrado”, define una comunidad en la celebración, un “sujeto celebrante”. En el caso del Carnaval Negroide, la fiesta encarna la complejidad y multiplicidad de formas de pertenencia identitaria que configuran una comunidad en la celebración. Un “sujeto celebrante” plural a través de la exaltación y de la valorización cultural de lo afrodescendiente en Caldas.