Galapa, cuna de las máscaras del Carnaval de Barranquilla
La cultura de Galapa, Atlántico, se moldea alrededor de la talla de madera. Sus calles evocan la identidad Caribe no solo con su clima tropical; los vibrantes y cálidos colores que distinguen las fachadas de sus casas demuestran que los habitantes de este municipio llevan consigo una memoria que se rige por tradiciones afrodescendientes. Es precisamente en estos espacios en donde se alberga una muestra de las reminiscencias que la esclavitud de la época colonial dejó en nuestro territorio: los talleres de máscaras de madera. En estos espacios creativos, generaciones de artesanos han elaborado objetos alusivos al Carnaval de Barranquilla que se inspiran en máscaras empleadas por comunidades africanas durante rituales de agricultura (Friedemann, 1985).
Los talleres están mayoritariamente liderados por hombres que aseguran haber aprendido el oficio a través de la tradición oral. Sus creaciones más conocidas son piezas de carácter zoomorfo que grupos folclóricos, turistas y coleccionistas adquieren, generalmente, para lucirlas durante los cuatro días de fiesta que se viven en la capital del Atlántico, y que hoy constituyen una manifestación del patrimonio cultural del país. El sello distintivo de cada artesano se reafirma en el tallado y moldeado de la madera de la ceiba roja, así como en los procesos de diseño y adición de pintura empleados en sus productos.
Las máscaras exponen el testimonio de historias locales y regionales del Caribe colombiano (Escalante, 2002), pues con los años han evolucionado para retratar diversos animales de la fauna colombiana. De esta manera, el uso de las artesanías de Galapa se ha posicionado en cada edición del Carnaval de Barranquilla, en donde no pueden faltar las cuadrillas de animales africanos como el toro, el gorila y el tigre o los ya reconocidos disfraces de comparsas inspiradas en el caimán, la guacamaya o el simio (Fundación Carnaval de Barranquilla, 2012) (Fotos 1, 2, 3 y 4). Se podría decir entonces que parte del interés que evoca esta tradición se ha mantenido gracias a la presencia de enmascarados en los desfiles que convocan a cientos de habitantes locales y visitantes extranjeros cada año.
Sin embargo, estos encuentros no son los únicos espacios que les permiten a los partícipes del Carnaval de Barranquilla -entre ellos gestores, artesanos y visitantes- relacionarse con las manifestaciones culturales de este evento masivo. El creciente uso de las tecnologías de la información, así como los sucesos históricos que han marcado el inicio de esta década, han contribuido a la creación de alternativas para reconocer estos artefactos y, a su vez, vivir la celebración. Un ejemplo de lo anterior corresponde a la estrategia de organizar el Carnaval de Barranquilla 2021 de manera virtual como reacción a la pandemia del coronavirus (Larios, 2020).
Así pues, si en un principio las celebraciones presenciales eran propias de las fiestas tradicionales, la virtualidad ha tomado protagonismo en los últimos años, especialmente en una coyuntura que insta a la sociedad a permanecer en sus hogares. Y es aquí donde la tradición de las máscaras de madera se acerca a la esfera digital como base para difundir y disfrutar los motivos y las experiencias relacionadas con el Carnaval de Barranquilla.
En relación con estos sucesos, surge el planteamiento de una convergencia entre el lenguaje digital y el quehacer de los artesanos de Galapa. Lo anterior, debido a la inminente necesidad de consolidar escenarios digitales que aseguren el desarrollo de las fiestas tradicionales y activen la demanda de las piezas artesanales. Dicha premisa es, a su vez, el punto de partida del prototipo web mascarasdegalapa.com (Foto 7), una iniciativa que nació del proyecto Difusión de las máscaras del Carnaval fabricadas en Galapa a través de medios digitales: una apuesta por la salvaguardia de saberes tradicionales (Cabrera, 2020) y que hoy inspira las reflexiones del presente texto.
Artesanos de Galapa, los protagonistas de la manifestación
Proponer la digitalización de una manifestación cultural supone la participación de diversos actores como investigadores, diseñadores e incluso expertos en computación. Pero la esencia de cada proyecto recae en quienes llevan consigo los saberes relacionados a las tradiciones. En ese sentido, si se considera al patrimonio cultural como aquello que merece ser protegido por articular la identidad social e histórica de una comunidad (Querol, 2010), se evidencia el papel esencial que cumplen quienes deciden defender estas memorias: los portadores de tradición.
Para el caso de Galapa es evidente que quienes cumplen esta función son los artesanos de las máscaras, personajes provenientes de familias que por décadas se han dedicado a la talla de madera y cuya labor es reconocida a lo largo y ancho de la región (Foto 8). Por eso, los representantes de estos clanes son quienes verdaderamente pueden relatar el valor que sus creaciones suponen para la comunidad. Esto se debe a que es a partir de sus máscaras que se establecen relaciones estéticas, económicas y simbólicas que marcan el desarrollo de sus vidas.
Sobre esta idea, es importante aclarar que, aunque el patrimonio cultural es una herencia de toda la población, cada grupo social lo asimila de manera diferente. Por ejemplo, las máscaras son, en esencia, propias de quienes las diseñan y de aquellos que han volcado su vida en torno a su fabricación. Sin embargo, al ser creadas para el disfrute de una fiesta como el carnaval, su existencia también acoge a otros individuos ajenos a la población de Galapa. En ese sentido, diseñar una alternativa digital para difundir tradiciones culturales requiere de la identificación de los diversos públicos que se interesan y benefician de este patrimonio.
Disfraz inspirado en la máscara del torito. Fotografía de Néstor Fernando de León Llanos.
Por este motivo, se reconoce la necesidad de generar dinámicas para que todos los grupos sociales que asumen el valor del patrimonio se apoderen de él, lo usen a conciencia y se propicie su protección (Querejázu, 2003). Así las cosas, la difusión digital del patrimonio cultural debe constar de dos componentes: en primer lugar, del diálogo entre los portadores de la tradición y los gestores de los proyectos digitales para comprender la visión que los primeros tienen de su manifestación y así comunicarla correctamente. En segunda instancia, se requiere de la socialización de las consideraciones de los portadores en un lenguaje que pueda ser comprendido, avalado y replicado por otros participantes del carnaval, desde otras comunidades de artesanos y hacedores, hasta los visitantes y partícipes del evento.
Bajo estas premisas, para desarrollar mascarasdegalapa.com se adelantaron entrevistas con cuatros artesanos del municipio con el fin de recopilar información de primera mano sobre el oficio de la talla de madera. Además, se prepararon preguntas acerca del manejo y acceso que los artesanos tienen de las herramientas digitales. Lo anterior, con el objetivo de determinar qué tipo de plataforma era más sencilla de usar para ellos en cuanto a visualización, divulgación y diseño.
Fue gracias a estos encuentros que se pudo determinar qué información era indispensable para publicar. Asimismo, se definió el desarrollo de una página web como prototipo del proyecto, por encima de otras alternativas como aplicaciones de celular, cuentas de redes sociales o catálogos digitales. Esta elección dio paso a la creación del contenido digital que hoy se aloja en el sitio web y que corresponde a un proceso de difusión del patrimonio cultural.
Difundir el patrimonio cultural desde diversas realidades
Para el patrimonio cultural, la difusión implica la puesta en valor de los bienes culturales, así como la interpretación y el uso público de dichos elementos (Guglielmino, 2007). De esta manera, el acto de difundir, además de generar accesibilidad al patrimonio por medio de su uso y disfrute, da lugar a la transferencia de un conocimiento ancestral por parte de los portadores de la tradición. En esencia, este es el objetivo de las iniciativas digitales relacionadas con las manifestaciones culturales; sin embargo, se ha de tener en cuenta que cada comunidad vive circunstancias diferentes que suponen retos para los proyectos de este estilo.
Uno de estos escenarios corresponde al contexto socioeconómico que vive cada comunidad de portadores de tradición. Y es que involucrar de manera directa a estos actores en la transmisión de sus tradiciones no siempre es una tarea sencilla, ya que, como propone Querol (2010: 137), las iniciativas de difusión o divulgación son generalmente lideradas por quienes participan activamente en “internet, cine, televisión, libros, museos o revistas”. Ubicando esta propuesta en el contexto de Galapa, no todos los artesanos cuentan con la misma educación digital o el mismo acceso a medios comunicativos para transmitir sus saberes, por eso se busca que el prototipo de mascarasdegalapa.com, que salió al aire durante la pandemia, pueda ser empleado por los artesanos como una alternativa que les brinde protagonismo y les permita dar a conocer su oficio.
Ahora bien, es necesario reconocer que el confinamiento producido por el veloz aumento de casos de Covid-19 ha acelerado el manejo de la tecnología en todas las comunidades, pero no se debe ignorar que gran parte de la población ha vivido situaciones económicas complejas que generan dificultades en sus oficios. Esta realidad demuestra que, si bien existe la voluntad de difundir el patrimonio cultural, las prioridades de algunos gestores culturales han cambiado, así como las dinámicas de creación de sus bienes y manifestaciones. Lo anterior debido a que escenarios como los carnavales se han visto en la necesidad de reconfigurar su naturaleza para poder continuar a pesar de la emergencia sanitaria.
De esta manera, la discusión abarca más que la idea de otorgar una extensión digital a los saberes ancestrales, pues esta premisa ya es un hecho. A este panorama se suma el deber de analizar qué medidas se deben tomar desde las políticas culturales para garantizar la continuidad de espacios, como el Carnaval de Barranquilla, en los que los portadores de la tradición puedan integrarse. Sin embargo, no sería justo dejar de reconocer que se han adelantado estrategias digitales desde la administración distrital (Alcaldía de Barranquilla, 2020), pero es fundamental aclarar que esto no significa que todos los actores culturales tienen las capacidades para entenderlas y usarlas.
Conclusiones
Ahora que la migración de las tradiciones culturales a la esfera digital es parte de la realidad, una consecuencia directa a este escenario podría representarse en la mutación de la labor de los diferentes actores que se interesan en el patrimonio; desde los gestores culturales, hasta los investigadores y curiosos que se aproximan a las diferentes manifestaciones. Para los portadores de tradición de Galapa, por ejemplo, podría ser inminente la creación de nuevas relaciones entre sus saberes y las alternativas que tienen para darles vida. Ya que a las actividades de fabricación y venta de sus obras se suman nuevas fases como la ideación de un discurso que se ajuste a diversas plataformas digitales, además del aprendizaje de las posibilidades y herramientas que las computadoras, softwares o aplicaciones tienen por ofrecerles.
Esta necesidad de adaptación a las narrativas digitales puede alterar la concepción que se tiene sobre la labor artesanal, pues el oficio ya no solo se limita a producir artefactos para el Carnaval. Ahora las piezas tangibles, como sus versiones digitales, tienen la capacidad de cruzar fronteras y evocar nuevos significados que no necesariamente están relacionados con las carnestolendas. Pese a lo anterior, las novedades que trae la difusión digital no tienen efecto sobre las reminiscencias que guardan las máscaras; al contrario, añaden nuevas apreciaciones a las memorias de las colectividades que las producen.
Es decir, aun cuando se podría tener la percepción de que la transformación de los procesos de producción y la difusión digital de las máscaras pueden amenazar la tradición, es preciso señalar que las alteraciones del oficio corresponden a un proceso de resignificación que solo prolonga la existencia de las artesanías. A fin de cuentas, la creación de máscaras es una tarea que constantemente experimenta innovaciones (Fundación Carnaval de Barranquilla, 2012) – ya sea en términos de materiales, herramientas o técnicas- que permiten que cada generación de artesanos se aproxime al legado de sus ancestros de la manera que mejor se ajusta a sus necesidades.
En consecuencia, ya sea que las máscaras se elaboren para ser exhibidas en desfiles, vitrinas comerciales o proyectos digitales, el hecho de que se siga despertando un interés en sus fabricantes es lo realmente relevante. Pues, como fue explicado en un inicio, en la medida en que estos personajes sientan la necesidad de seguir creando y comunicando sus saberes, el patrimonio siempre encontrará un refugio y una manera de seguir presente. Por lo que, a pesar de que las plataformas digitales alteran las relaciones y narrativas que se desprenden de las manifestaciones culturales, también aseguran la longevidad de estas en otros escenarios e imaginarios.