El patrimonio cultural es un aparato complejo en el que convergen entre otros instituciones públicas y privadas, academias e institutos, comunidades y grupos. Cada uno de estos agentes actúa a partir de un conjunto de lógicas, ideas y prácticas particulares sobre lo que determina, representa e identifica y sobre lo que considera debe ser heredado, conservado y protegido en el tiempo. El encuentro y las fricciones entre las diferentes posturas hace del patrimonio un campo en disputa abierto, en construcción y constantemente significado.
En esta medida, a la idea misma de patrimonio, de herencia, o de lo común le subyace un ejercicio múltiple de valoración de objetos, lugares y prácticas. Y un proceso de comunicación y legitimación de ese acto valorativo por parte de cada uno de los agentes interesados. Sin embargo, a medida que la idea del patrimonio se democratiza y que sus usos se hacen cada vez más amplios y que los intereses a su alrededor se complejizan, se pone en evidencia que la legitimación de una sola voz sobre otras no puede ser un acto de fuerza, vertical e inconsulto. Sino que, por el contrario, son cada vez más necesarios espacios para poner en diálogo armonías y disensos, pero sobre todo para producir nuevos modos de significación de este escenario.
La reflexión sobre el patrimonio mueble ofrece un escenario privilegiado para desglosar las temporalidades que contiene y que le dan forma. Por una parte, nos remite al pasado al ser un vehículo para celebrar un personaje o un acontecimiento, al tiempo mismo que nos recuerda que en algún momento su recordación material fue un imperativo que queda plasmado en el espacio público. De acá pensar en la carga política de la rememoración y en los usos de los mensajes que se busca perpetuar en el tiempo.
Por otra parte, nos habla del presente y de cómo las personas que conviven con los bienes cargan de sentido esos elementos, en otras palabras, habla de la polisemia que les ronda y más allá, de cómo su mensaje original se transforma y adapta en función de las necesidades y de las luchas de quienes interactúan con ellos. Que en la escala de posibilidades van desde la preservación hasta su destrucción total. En forma paralela, desde el presente el significado mismo del patrimonio se pone en disputa en la medida que sus criterios de valoración se ponen a prueba, o cuando menos se vuelven un tema de discusión y en particular de jerarquización, en la medida que lo histórico, lo estético y lo simbólico resuenan como caballos de batalla desde cada una de las orillas de la confrontación.
Finalmente, nos habla del futuro, ya que el objeto y los mensajes que contiene idealmente se proyectan hasta el fin de los tiempos. Pero su permanencia resulta de una negociación con el presente, o mejor con los grupos de interés que en el presente ajustan su propio deber mnemónico y sus propios actos de recordación. Haciendo que objetos y mensajes conserven o propongan viejos o nuevos enunciados, pero siempre en desventaja por la incertidumbre que ronda el porvenir, y por esa misma razón más apasionados en que materialidades e informaciones alcancen el grado de mitificación para que su transformación sea una tarea ardua.
Es así como para este número 20 del Boletín OPCA, propusimos desarrollar una reflexión sobre las disputas simbólicas que se libran en torno al valor de esos bienes materiales y expresiones inmateriales. En Colombia, pero también en el mundo entero, en la actualidad se libran múltiples batallas por definir, eliminar, establecer, contestar y hacer prevalecer miradas y posturas sobre los bienes patrimoniales. Un entramado denso en el que monumentos, banderas, himnos y murales van más allá de su materialidad y se entienden como contenedores de múltiples significados y ejercicios de valoración que actúan en contextos particulares y que representan diferentes intereses dependiendo del lugar de enunciación desde el que se ubique la reflexión.
Haciendo eco de nuestra convocatoria, podemos presentar y colocar en diálogo seis contribuciones que en su unicidad enriquecen este gran marco general. Iniciamos con el texto de Ivette Quezada Vásquez titulado “Disputar la historia en la ciudad: monumentos, cuerpos y prácticas descolonizadoras”, donde la autora, con un foco esencial en el acontecer contemporáneo al rededor del mundo de lo que denomina como “acciones de desmonumentalización, como consecuencia de conflictos políticos y culturales históricos”, se posiciona para plantear cómo tales “acciones pueden ser entendidas como una posibilidad para ver la historia de los vencidos con más claridad (Traverso, 2020) y también cómo el espacio público puede ser resignificado, apropiado y proyectado de maneras no oficiales (Márquez, 2019)”.
No lejos de esta perspectiva, Sebastián Vargas Álvarez en su texto “No sólo caerán estatuas”. Cuestionamiento y resignificación del pasado en coyunturas de lucha social”, nos recuerda que en tanto “… las estatuas y monumentos despliegan en los espacios urbanos ciertas representaciones y relatos del pasado, contribuyendo a la consolidación de una historia oficial, no debe sorprendernos que este tipo de construcciones sean atacadas o sus sentidos interrumpidos, cuestionados o resignificados en coyunturas de luchas sociales y políticas, como revoluciones, guerras, cambios de regímenes políticos o episodios de protesta social”. A su juicio, entonces, “… entender el derribo e intervención de estatuas y monumentos en el marco de las protestas sociales, es interpretar estas prácticas como un síntoma de un fenómeno más amplio: la revaloración de la historia como parte de una práctica política”.
Esta línea la persiguen también Magdalena Novoa Echaurren y Cristóbal Bianchi Geisse en su texto “Conmemoración pública en las Américas: Una reflexión sobre la desmonumentalización en Chile”. Aquí los autores reflexionan críticamente sobre las intervenciones a monumentos públicos en el contexto de la revuelta social chilena y así plantear preguntas que permitan repensar el patrimonio en las Américas. Particularmente, respecto a su herencia colonial, tanto en la representación como en la gestión, y frente a las posibilidades para propiciar una memoria pública más justa e inclusiva.
Esta diversidad de escenarios por supuesto implica tener claridad también del detalle de cada contexto como lo sugiere Luis Fernando Arenas Guerra en su texto ¿Monumentos? Una perspectiva desde la legislación en Colombia. En este viaje por la historia de la legislación en Colombia, el autor esboza “hasta qué punto, son problemáticos el estatus de los monumentos como patrimonio cultural, su representatividad, la potestad sobre su reconocimiento y la protección de la diversidad de la nación”.
Por supuesto, la agenda detrás de estas tensiones y de estos monumentos, por ejemplo, como lo plantea María Carolina Correal Zambrano en su texto Los monumentos en espacio público y su conservación. Una oportunidad para el diálogo, son en efecto más que escenarios de confrontación, escenarios de diálogo. En este sentido, Correal propone una lectura desde la conservación y la restauración proponiendo un conjunto de ejemplos de cómo a través de la mediación social se llega a acuerdos sobre el presente de los monumentos en el espacio público.
Lo que no podemos perder de vista es la amplia temporalidad que estos dilemas encarnan y que en Colombia se materializan de manea importante desde la celebración de Centenario de la Independencia (Bogotá 1910), como nos lo recuerda y explica Carolina Vanegas Carrasco, al responder puntualmente a la pregunta ¿Cómo leer los eventos del 2021 sobre la “caída” de monumentos en Colombia? Al tenor de su investigación sobre las “Disputas Monumentales. Escultura y política en el Centenario de la Independencia (Bogotá 1910)”.
En conjunto, entonces, las contribuciones que hemos tratado de poner en diálogo en esta sección, permiten afirmar que el presente nos brinda una oportunidad inmejorable para pensar en conjunto lo que somos, lo que queremos ser y en todos aquellos bienes y expresiones que respaldan y dan forma a esas ideas. Buscando construir una comunidad polifónica, rica en enunciaciones en sintonía con un patrimonio crítico y propositivo.