En los últimos años ha crecido el interés por cómo la Justicia Transicional (TJ) puede abordar los daños coloniales y sus efectos a largo plazo, debido a una ausencia tanto en la práctica de la TJ como en la investigación académica. Se ha prestado escasa atención, en particular, a la forma en que los propios procesos de paz pueden verse socavados por los legados coloniales existentes. En este artículo, ofrecemos un estudio de caso en profundidad sobre Colombia, en particular sobre el Acuerdo de Paz de La Habana de 2016, y discutimos cómo los restos -para usar el término de Stoler- del colonialismo español relacionados con la tierra, la etnia y el género se han hecho evidentes a lo largo del proceso: durante las negociaciones, en las campañas previas al referéndum y mientras se llevaba a cabo su implementación.