Hecho por: Alicia María Camacho Escovar
¿Te imaginas un país en el que no estuviera garantizado el libre desarrollo de la personalidad o la libertad de expresión? Quizá se te haría difícil imaginártelo o pensarías en un lugar alejado de la realidad colombiana. Lamento decirte que esto era así. En Colombia estos derechos no existían hasta la llegada de la Constitución Política de 1991.
Hace 34 años se generó un movimiento que unió a todos los colombianos, tanto jóvenes como mayores. Este movimiento buscaba crear un plebiscito con el propósito de reformar la Constitución Política de 1886. Los movimientos argumentaban que esta constitución ya no representaba a la Colombia moderna, pues no solo era incapaz de adaptarse a los conflictos y problemas que aquejaban al país sino también mantenía un Estado cerrado, centralista y tradicional. Luego de grandes marchas, negociaciones y múltiples firmas, fue posible incluir la 7 papeleta en las votaciones del 11 de marzo de 1990. Ese día después de la jornada de elecciones “5,236,863 colombianos votaron a favor y 230,080 en contra”1 de este cambio constitucional, lo cual dio origen a la Asamblea Nacional Constituyente que culminaría el 4 de julio de 1991 con la promulgación de la Constitución Política de 1991.
Esta nueva carta magna se caracterizó por escuchar la voz de muchos grupos anteriormente reprimidos en Colombia. Como menciona Manuel José Cepeda, exmagistrado de la Corte Constitucional y miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, la Constitución puso en el centro los derechos humanos. Creando en Colombia nuevos derechos como la libertad de expresión y el libre desarrollo de la personalidad. Derechos que siguen creando mucha polémica debido a que Colombia vive en un estado donde el orden y la disciplina es fundamental, pero estos abren la posibilidad de debates y leyes nunca antes pensadas2.
Hoy en día estos dos artículos son la identidad y representación de las nuevas generaciones pues lograron la posibilidad de que uno como ciudadano sea autónomo de elegir libremente cómo decide pensar y vivir. Pero han surgido polémicas alrededor del país, ya que son los responsables de muchos cambios de pensamiento entre las generaciones.
Uno de los cambios que ha ocurrido entre las generaciones, el cual se ha vuelto caso de debate, involucra al manual de convivencia. Por un lado, tenemos la visión de la educación tradicional, religiosa, incluso podemos decir anticuada, en la cual las mujeres no pueden tener ni las uñas ni el pelo pintado, los uniformes deben ser de cierto largo, de igual forma, los hombres deben mantener el pelo corto, sin aretes, tatuajes, entre otros. Por el otro lado, tenemos el nuevo pensamiento basado en la Constitución del 91, en el cual el ciudadano es libre de tomar sus decisiones.
Siendo así, desde el establecimiento del libre desarrollo de la personalidad, se han presentado quejas e inconformidades con los manuales de convivencia, llegando a la misma Corte Constitucional, mediante tutelas impuestas por los estudiantes y sus padres.
Un ejemplo podría ser la tutela impuesta en el 2017 por una estudiante y su madre a su institución académica, por las consecuencias que tuvo al teñirse las puntas del cabello. La institución decidió sancionarla y le exigió que volviera al color natural, de lo contrario no se le permitiría el ingreso a clase. Ante esta situación, la madre decidió presentar una queja hacia el colegio, cuya respuesta fue el acto violaba el manual de convivencia, y al inscribir a su hija en la institución debía seguir este. Tras esta situación, decidieron presentar una tutela contra el colegio.
Al analizar el caso, la Corte Constitucional, concluyó que ni el manual de convivencia ni ningún otro tipo de reglamentación van por encima de la Constitución colombiana. Por lo tanto, este derecho se debe garantizar en todo el territorio nacional sin excepciones, tanto en institución, trabajo, entre otros3.
Otro caso es el de Daniel García, quien fue rechazado para ejercer un cargo público en el INPEC, a pesar de estar calificado, simplemente por tener un tatuaje en el brazo. Cuando se presentó a los exámenes médicos, los resultados arrojaron que no era apto su tatuaje. La justificación de la institución fue que muchos “dragoneantes tienen tatuajes en alguna parte de su cuerpo, lo cual no ha sido impedimento para que desempeñen sus labores en el cuerpo de custodia y vigilancia4”. A raíz de esta situación, Daniel García decidió interponer una acción de tutela en contra de la entidad pública involucrada. Al concluir el proceso, se determinó que se le había vulnerado no simplemente su derecho fundamental al trabajo, sino que también constituía una violación a su libre desarrollo de la personalidad.
Ejemplos como estos hay muchos en el país, donde los derechos tanto a la libertad expresión como al libre desarrollo de la personalidad, han sido reprimidos por los pensamientos anticuados. Las generaciones actuales han hecho valer sus derechos, recordándole a los colombianos que son libres de pensar de forma diferente, creer en cosas nuevas y sobre todo poder tomar sus propias decisiones. Esto se puede ver en los grandes movimientos que han surgido en los últimos años, tanto con las inconformidades políticas como sociales, pero también en las cosas sencillas como en la forma en que esta generación se viste, expresa y ama.
A Colombia todavía le queda un largo camino para tener una mentalidad que acepta la forma en que otros viven. La sociedad contemporánea se está encargado de demostrar que cada uno de nosotros es un ser individual, con gusto diferentes, pero, aunque no pensemos de forma igual siempre tenemos que estar dispuestos a respetar los pensamientos y decisiones de vida de otros.
La Constitución Política de 1991, no solo permitió que Colombia alcanzara un consenso nuevamente sobre el libro que nos gobierna, sino que también nos está haciendo cambiar como ciudadanos, creando un Estado más abierto a las nuevas ideas y decisiones de vida. Aun como país nos hace falta mucho camino que recorrer para que todos podamos vivir libremente pero este progreso nunca hubiera sido posible sin la generación perseverante de estudiantes en los 90´ que decidió crear la séptima papeleta y cambiar toda una generación.