Editorial

Frente al creciente aislamiento internacional después de la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea en 2014, Rusia ha trabajado constantemente para fortalecer sus lazos con múltiples estados africanos, a menudo mediante el establecimiento de relaciones informales y personalizadas con las élites africanas gobernantes.

Esta cooperación bilateral ha tomado la forma de alianzas militares estratégicas en algunos casos, particularmente con aquellos estados sumidos en disputas diplomáticas con Occidente. En 2021, por ejemplo, Rusia firmó acuerdos de cooperación militar bilateral con las dos naciones más pobladas de África, Nigeria y Etiopía. En ambos casos, estos acuerdos se alcanzaron solo después de que EE. UU. negara apoyo militar adicional a estos países debido a las preocupaciones de los legisladores estadounidenses sobre los antecedentes de derechos humanos de estos gobiernos.

La presencia militar de Rusia en el continente se extiende más allá de la provisión formal de entrenamiento militar, inteligencia y equipo a países como Malí y la República Centroafricana. La participación de combatientes mercenarios rusos, por ejemplo, en al menos 20 países africanos diferentes incluidos Libia, Mozambique y la República Democrática del Congo, atestigua su creciente presencia informal en la región.

Rusia también ha buscado consolidar sus asociaciones con estados africanos a través de programas de desarrollo y  comercio. En 2019, por ejemplo, delegados de más de 50 países africanos y 43 jefes de estado africanos asistieron a la primera cumbre Rusia-África en la ciudad de Sochi, en el sur de Rusia. En esa cumbre Putin apeló a la historia soviética de solidaridad hacia los movimientos de liberación anticoloniales africanos en las décadas de 1960 y 1970, y prometió a los asistentes africanos que Rusia “no iba a participar en una nueva ‘repartición’ de la riqueza del continente”, pero en cambio, que estaban “listos para participar en la competencia por la cooperación con África”.

La afirmación sobre una profundización de los lazos económicos entre ambas partes no carece de mérito. Desde 2015 el comercio entre Rusia y los estados africanos se ha duplicado a aproximadamente $ 20 mil millones anuales, y Rusia firmó un nuevo acuerdo de asociación comercial con la Unión Africana en noviembre de 2021.

La forma en que los estados africanos, que representan más de una cuarta parte de los votos en la Asamblea General de la ONU, respondan oficialmente a la agresión de Rusia es, por lo tanto, de cierta importancia. Hasta la fecha, mientras Kenia, Gabón y Ghana han condenado firmemente la invasión rusa en la ONU, la respuesta de la Unión Africana fue más moderada, instando al respeto por el derecho internacional y la soberanía nacional ucraniana, pero rehuyendo cualquier discusión sobre sanciones contra los rusos. Si los estados africanos deciden mantener su compromiso con una posición de neutralidad (que mantuvieron después de la anexión de Crimea) o un apoyo total a Rusia frente a la invasión a Ucrania, seguramente revelará mucho sobre el poder de estos nuevos lazos internacionales, y demostrará si la reciente política africana de Putin ha dado los dividendos esperados.