Editorial

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Nuevos retos para los practitioners del desarrollo

El año pasado en el mes de diciembre, el Banco Mundial presentó su informe sobre el desarrollo mundial 2015 traducido al español como Mente, sociedad y conducta. Este informe, a diferencia de los muchos anteriores, ha tomado en cuenta conocimientos de las ciencias sociales y naturales para tratar de explicar de una manera más holística el estancamiento y la pobreza en el mundo. Por primera vez conocimientos provenientes de otras disciplinas han permeado un análisis que históricamente se había circunscrito al ámbito económico, permitiendo ver a los individuos no solo como agentes que toman decisiones racionales e informadas, sino también teniendo en cuenta otras variables que escasamente habían sido consideradas hasta el momento.

El informe parte del establecimiento de tres principios de pensamiento para el proceso de toma de decisión de los agentes: el pensamiento automático, el pensamiento social y el pensamiento basado en modelos mentales. En las sociedades con mayores niveles de pobreza y escases, tales modelos son los más aplicables: una persona que debe utilizar todo su potencial cognitivo en procurarse una comida al día o el sustento para su familia no podría ocupar su tiempo en un proceso deliberativo y concienzudo para la toma de decisiones, sino más bien se centraría en un ejercicio de supervivencia, de manera que el que más utilizaría es el pensamiento automático, que no es otra cosa que un proceso cero deliberativo.

Frente a este abordaje multidisciplinar, el informe ahonda en cinco perspectivas psicológicas y de política: pobreza, desarrollo de los niños, finanzas domésticas, productividad y cambio climático, alimentándose de estudios que provienen desde la neurociencia, la ciencia cognitiva, la economía del comportamiento, la sociología, la ciencia política y la antropología, con el fin de incluir variables no consideradas anteriormente en los procesos tanto deliberativos como de toma de decisiones de los individuos que son objeto de los programas de desarrollo.

Pero quizá lo más interesante del informe es la identificación de los sesgos en los que los practitioners del desarrollo pueden caer a la hora de elaborar una política o diseñar un programa de intervención para poblaciones vulnerables. En términos generales, los practitioners son personas que adelantan su trabajo pero que al final del día no hacen parte consitutiva de los círculos de pobreza en los que se mueven; sus categorías de pensamiento y las oportunidades que han tenido pueden llevarlos a hacer generalizaciones en donde la flexibilización y adaptación a contextos específicos debería ser la regla, ya que la misma receta no se puede aplicar en todos los casos. Es a todas luces algo significativo que se den este tipo de reflexiones, y que una agencia que en buena medida aboga por la superación de la pobreza extrema haga esta introspección que le permita no solo comprender las categorías de pensamiento de los menos favorecidos sino también sus procesos de toma de decisiones, y cómo pequeñas modificaciones en el diseño de los programas de ayuda pueden facilitar dicho proceso en contextos y poblaciones específicas.

Un factor interesante es la forma como se presenta la información, y los tiempos en los que es más conveniente, por ejemplo, enfatizar la importancia de la escolaridad, el ahorro doméstico o los procesos cognitivos de los hijos. Como un ejercicio de mercadeo, la identificación de los mejores momentos para intervenir en determinadas poblaciones podría garantizar el éxito o fracaso de los programas de desarrollo. Abordar los factores psicológicos y sociales que influyen la conducta es un camino adecuado para mejorar el conocimiento de los agentes en tanto seres sociales que no siempre tienen elecciones racionales, y que estas son mucho más limitadas en contextos de escases.

La ruta hacia el rediseño de políticas a partir de la consideración de factores humanos es indudablemente acertada en la superación de la pobreza. Conjugar las decisiones humanas con las decisiones políticas no es tarea fácil, pero este informe es una lectura obligada para los profesionales del desarrollo en tanto inicia un largo camino hacia un mundo más incluyente y hacia unas intervenciones más sostenibles, eficientes y eficaces.

World Bank. 2015. World Development Report 2015: Mind, Society, and Behavior. Washington, DC: World Bank. doi: 10.1596/978-1-4648-0342-0.

* Coordinadora Centro de Estudios Internacionales – CEI, Universidad de los Andes.