Editorial

Se acerca el cierre del segundo semestre académico del presente año, por lo cual me parece pertinente hacer un balance general y personal sobre algunos aspectos que incidieron en la definición de la agenda propia de trabajo. Sin pretender ser exhaustiva, varios aspectos merecen ser resaltados.

En primer lugar, las noticias políticas que permearon el ambiente nos hicieron reflexionar sobre el estado actual de nuestra democracia. La posibilidad de un tercer mandato del actual presidente de aprobarse un referendo reeleccionista generó gran incertidumbre entre los políticos que aspiran a cargos de elección popular y entre el electorado, a la vez que reflejó la vulnerabilidad de nuestras instituciones. Los conflictos y ‘tires y aflojes’ entre el ejecutivo y las cortes revelaron desbalances entre los dos poderes -más poder para el Ejecutivo- y pusieron en entredicho el sistema de pesos y contrapesos definido en la Constitución de 1991. Nuevos escándalos en los que funcionarios públicos se vieron involucrados (Agro Ingreso Seguro, por mencionar solo uno) pusieron en evidencia cómo una minoría de nuestra población accede de manera selectiva y discrecional a recursos que debieran favorecer a los menos privilegiados de la sociedad. Estos y muchos otros eventos políticos (consultas internas de los partidos, conflicto armado interno, Colombia en el contexto regional) dieron pie para desarrollar discusiones que, en mi caso, se nutrieron de las opiniones y argumentos informados de los estudiantes del Seminario de Política Colombiana. Muchas de las lecturas teóricas asignadas en el curso fueron útiles para analizar el acontecer de la vida política nacional así como ésta última sirvió para aterrizar y ejemplificar argumentos teóricos complejos.

En segundo lugar, a lo largo del semestre vimos pasar por la Universidad a investigadores provenientes de otros centros académicos que vinieron invitados por el departamento. Vale la pena resaltar esta iniciativa dada la posibilidad que abre para conocer agendas de investigación diferentes a las nuestras y para generar inquietudes sobre aproximaciones metodológicas complementarias y sobre estrategias de divulgación de conocimiento. En particular, menciono la visita de Stathis N. Kalyvas, de la Universidad de Yale, y la de Aníbal Pérez-Liñán, de la Universidad de Pittsburgh. Las brillantes presentaciones que cada uno de ellos hizo -el primero sobre guerras civiles alrededor del mundo y el segundo sobre juicios políticos en América Latina- nos permitieron conocer preguntas de investigación novedosas y sobre todo, pertinentes teórica, empírica y sustantivamente.

En tercer lugar, la realización de otros encuentros. Por ejemplo, el evento 50 años de regreso a la democracia, en el que se reflexionó sobre el legado del Frente Nacional; o la reciente conferencia Medios y poder, en la que académicos interactuaron con reporteros y periodistas; o el ciclo de conferencias de Comunicación y marketing político. Estos encuentros abrieron oportunidades para interactuar con personas e instituciones que reflexionan y producen conocimiento sobre diversos temas que a nosotros como politólogos nos interesan. A esto se suma la posibilidad que tuvimos algunos de nosotros de asistir a congresos internacionales en los que tuvimos la oportunidad de interactuar con colegas de otras universidades y países y compartir con ellos tanto las agendas de investigación propias, como experiencias de vida diferentes. De esto último también podemos aprender, a la vez que nos permite disfrutar más este tipo de experiencias.

Finalmente, vale la pena resaltar la visita que tuvimos de pares externos que tuvieron la misión de evaluar el Departamento para decidir sobre la acreditación del mismo. A sabiendas del balance positivo que hicieron no sobra cerrar esta columna resaltando que quienes tenemos el privilegio de hacer parte de este equipo sentimos también una responsabilidad enorme por mantener y mejorar la calidad del mismo.