Por Carlo Nasi

En sus cuarenta años de existencia, el Departamento de Ciencia Política ha acumulado numerosos éxitos. Ha publicado cientos de artículos y libros, ha establecido interlocución con las mejores universidades del planeta, sus egresados han ocupado cargos importantes, y demás. No obstante, y duele decirlo, algo que no hemos logrado todavía es el galardón de “símbolo sexual”.

Para decepción de muchos, la información referente a Mónica Fonseca en la última edición de revista SoHo resultó falsa: ella apenas cursó un par de semestres y salió de la universidad por bajo rendimiento académico. Nos recriminarán algunos (con toda la razón), que no nos hemos esforzado lo suficiente para obtener dicho galardón. Quizás debimos poner más énfasis en los atributos físicos en los procesos de admisión; o tal vez debimos ser más blandos con las notas de Mónica.

Como sea, este incidente produjo varios efectos. De un lado, el Departamento de Ciencia Política pidió formalmente una rectificación de la información a SoHo. Rectificación que, según una proyección optimista del Departamento, va a ser consultada el doble de veces que las fotos de Mónica Fonseca (francamente todavía estamos tratando de identificar quién rayos hizo esa proyección; sobre todo tomando en cuenta que entre los profesores de Ciencia Política reina el pesimismo). Por otro lado, el incidente generó los tradicionales y sesudos debates que nos caracterizan, con preguntas tipo, “¿qué es más improbable, que un(a) politólogo(a) logre el galardón de símbolo sexual o que un símbolo sexual obtenga el título de politólogo(a)?”. A nivel más profundo, en ciertos profesores quedó la inquietud de si valió la pena dedicar tantos años al estudio de la Ciencia Política en vez de tomar un curso corto de fotografía y buscar chanfa en SoHo.