Editorial

Nacido en 1964 en Atenas, Grecia, Stathis Kalyvas siempre estuvo interesado en la política. Dedicarse a su estudio fue, según él, “una decisión natural”, acaso porque en Grecia durante los ochenta “todo parecía político por la polarización”: el país, en una historia similar a la de España por esos días, estaba en transición hacia la democracia y por primera vez había un gobierno socialista.

Gracias a una beca Fulbright llegó a la Universidad de Chicago a doctorarse después de haber recibido un título en Ciencia Política en la Universidad de Atenas. Su primer trabajo fue una exploración comparativa sobre las condiciones que permitieron el ascenso de los partidos cristianos en Europa y su posterior camino hacia la laicidad y el centro en el espectro político (The Rise of Christian Democracy in Europe). “Había muchos trabajos sobre la izquierda y pocos sobre derecha y el papel de la religión en la política», explica.

Sin embargo Kalyvas es más conocido hoy por haberse aproximado de una manera novedosa al estudio de un fenómeno político en particular: la guerra civil. La historia de su obra The Logic of Violence in Civil War comenzó, cuenta Kalyvas, cuando, estando en la Universidad de Nueva York, recibió una carta de Fulbright en que le pedían que saliera de Estados Unidos por haber pasado allí más tiempo del que se le permite a un becario. Tuvo que regresar a Grecia sin saber bien qué hacer. Entonces, en 1997, comenzó algunas entrevistas preliminares en Atenas. Más adelante trasladó sus inquietudes a Argelia, donde surgieron las hipótesis sobre la variación espacial de la violencia. Pero no continuó en ese país porque la misma situación de guerra civil dificultaba su trabajo. La obra siguió desarrollándose a lo largo de siete años -incluyendo una investigación sistemática de un año en el Argólide, región al sur de Atenas- hasta que finalmente fue terminada en mayo de 2005. “En resumen, un largo viaje; pero valió la pena”, dice en la conclusión de la introducción.

Actualmente Kalyvas es profesor Arnold Wolfers de Ciencia Política en la Universidad de Yale, donde también dirige el programa Orden, conflicto y violencia. De Política habló con él sobre su trabajo y su relación con Colombia.

De Política: ¿Por qué usa en su trabajo una aproximación micro -o cualitativa- en una disciplina orientada recientemente por el análisis econométrico, especialmente en la academia estadounidense, donde usted se formó y trabaja?
Stathis Kalyvas: Me di cuenta de dos cosas. Primero, el trabajo econométrico se basaba en una conceptualización muy pobre del proceso de la guerra civil. Segundo, los datos que usaban eran terribles. Me di cuenta de que la clave para entender la dinámica de la guerra civil era entender la dimensión local y su interacción con el ámbito nacional y el ámbito individual. Obtener datos del ámbito local no es fácil pero me permitió fundamentar mi análisis en los procesos reales y no en suposiciones vagas.

DP: ¿Algún rasgo de su aproximación viene de su experiencia personal? ¿Aplica esta aproximación a su vida diaria?
SK: En mi caso, una motivación para el estudio de la guerra civil fue, por fortuna, la falta de experiencia personal o de haber estado involucrado directamente en una guerra civil.

DP: ¿Por qué ha estado antes en Colombia? ¿Cómo era entonces y cómo es ahora?
SK: Vine a Colombia a una conferencia en el 2000. Recuerdo una atmósfera muy pesada, con mucha inseguridad y pesimismo, así que me alegra ver que al menos Bogotá anda mejor estos días. No quiero decir que no pueda mejorar, claro. Desde entonces he llevado a cabo investigaciones en Colombia, país que combina la realidad del conflicto con una próspera comunidad académica de investigadores, algo poco frecuente. También he hecho amigos, encontrado colaboradores y estudiantes. En más de una manera me siento conectado con el país.

DP: ¿Por qué o cómo se pueden parecer Colombia y Grecia? ¡Partamos de que el aguardiente no es tan poderoso como el ouzo!
SK: Ambos países comparten una cultura política caracterizada por una democracia temprana, conflictos frecuentes y una política complicada. La mentalidad de la gente no es muy diferente; podemos describirla como “mediterránea” o “latina”. Grecia, por supuesto, es más pequeña y está en Europa, lo que ha sido una gran ventaja para su desarrollo en los últimos cincuenta años. Por último, pero no por eso menos importante, ambos países tienen una gran belleza natural. Para añadir un detalle personal, siempre me siento en casa cuando vengo a Colombia y de seguro el aguardiente me parece lo suficientemente poderoso.