Editorial

Es importante lo que está sucediendo hoy en el departamento. En las últimas cuatro elecciones (2005-2008), no ha habido más de tres candidatos o fórmulas. En el 2006 no hubo mas de dos y en las últimas elecciones solo hubo una candidatura. A diferencia de las anteriores, para estas elecciones hay cinco fórmulas o candidatos inscritos (aunque una fue retirada), situación sin precedentes en nuestra tradición electoral.

Gratamente sorprendida, reflexioné sobre cómo el hecho de que ocho personas hayan expresado su intención de hacer parte del CEU habla de los cambios y transformaciones que estamos viviendo. Creo que los politólogos estamos llenando nuestros zapatos al ser el departamento con más candidatos de toda la universidad. Creo también que el impulso a hacer parte de estos espacios tiene sincronía con el fortalecimiento del sentido de pertenencia que se ha consolidado con el I Congreso de Ciencia Política en que fuimos anfitriones, la fiesta del periódico Sin Corbata y la promulgación del trabajo de nuestros profesores semanalmente en este espacio, por mencionar algunos.

Lo anterior fue contundente en los asistentes (alrededor de veinte estudiantes) al debate de candidatos que organizamos con Daniel González. A pesar de que en esta reunión se manifestó el descontento por el ausentismo de los estudiantes a estos espacios, mi apreciación es diferente. Puedo afirmar que la asistencia ha incrementado significativamente desde la primera reunión que con Susana organizamos en el 2008. Además hay un valor agregad de los veinte asistentes unos eran de maestría, otros próximos a graduarse y había estudiantes con diferentes perfiles: algunos mesurados, otros más reaccionarios. No me aparto de la realidad: es deseable que la asistencia siga incrementando. Sin embargo, más que un señalamiento, es una invitación a la participación activa por parte de los estudiantes.

Por su parte los perfiles de los candidatos demuestran que la fauna y flora de la Ciencia Política va mucho más allá de los estereotipos, de «el que siempre peleaba en el salón de clases», «quien soñó con trabajar en ONG en África», o «el incendiario que oye a Silvio Rodríguez y pasa sus tardes en el Chorro de Quevedo». Esto se combina con otra implicación: el sentimiento generalizado de que todos y todas hacemos parte del departamento y por tanto todos y todas podemos ocupar una silla en el CEU en representación de nuestra comunidad.

Con nostalgia dejo mi fuero de representante deseando que las nuevas ideas y planteamientos contribuyan al positivo efecto “bola de nieve” que siento está sucediendo aquí y ahora. En nombre de Susana Rubinstein y en el mío, gracias, infinitas gracias a todos y todas los y las estudiantes, profesores y administrativos que nos acompañaron incondicionalmente en todas nuestras iniciativas. Sea esta la oportunidad para abrir la puerta a más caras nuevas y a más politólogos ocupando sus zapatos.

María Camila Hoyos Casas
Representante estudiantil 2008-2009