Editorial

tatifilo@hotmail.com

¿Qué tanto el sistema educativo logra atenuar las diferencias individuales y sociales que afectan la igualdad de oportunidades?

Uno de los temas más discutidos en los últimos tres años es la posibilidad de acceder al sistema de educación superior en Colombia. De hecho, este ha sido una de las mayores banderas políticas. No obstante, esas intenciones de los gobiernos por una educación de calidad no se han representado en políticas que ante todo diagnostiquen de forma clara en qué estado se encuentra la educación superior en el país y cómo esta impacta socialmente. La masificación de la educación exige un sistema que responda a las necesidades de sociedades que cada día más se centran en el conocimiento.

Como varios informes internacionales lo indican, educar no solo es un asunto de estadísticas (que nos ayudan) sino que a también es necesario analizar el impacto que tiene la educación en los individuos, las familias, las ciudades y las formas de comportamiento. Pero, por otra parte, también es necesario analizar cómo se fortalece el desarrollo del país por esta vía. Sin embargo, la realidad es que el espectro del acceso a la educación de calidad la tienen pocos en el país, la idea de educación que tuvimos hace unas décadas de ser la fórmula más democratizadora en niños y jóvenes se ha disuelto según la procedencia social.

Este es un tema ampliamente discutido en los países del primer mundo, en donde se han generado políticas educativas compensatorias como acciones afirmativas o discriminación positiva. Ejemplo contrario es el de Colombia, en donde, pese a acciones similares, la educación favorece la reproducción de las clases sociales, divide a los niños, jóvenes y adultos a partir de la educación que reciben, y, por ende, determina inequitativamente su posterior ubicación laboral.

En el caso de Colombia “de acuerdo con la naturaleza del colegio, las clases sociales estudian por separado: mientras que el 91,11% de los estudiantes de estrato 1 asiste a un colegio público, el 96,82% de los estudiantes de estrato 6 asiste a un colegio privado” (De justicia 2013, 85). Esta profunda desigualdad se inicia con la educación básica, se reproduce en la educación media y, finalmente, se manifiesta en una segregación en la educación superior, donde los múltiples factores que generan movilidad social se empiezan a marcar de forma determinante: lo privado se opone a lo público, la educación rural a la urbana. Es una separación en múltiples aspectos que no se desean reconocer; en ese sentido las políticas públicas y los discursos oficiales no expresan ni establecen la ausencia de acceso de una parte de la sociedad al mismo tipo de instituciones.

Según la ONU, equidad e igualdad no son conceptos equiparables ya que implican un juicio de valor. Quien tenga el mérito recibirá el premio a su esfuerzo. Pero aquel individuo que no cuente con el mérito tendrá lo “justo” a sus capacidades y esfuerzos. Entonces, quien no ostente el mérito estará fuera de las posibilidades, no será igual. En las democracias liberales la justicia nivelaría las desigualdades que ha generado el mismo hombre, haciendo que los excluidos reciban aquello que otros han tenido. En el caso específico de las oportunidades educativas se habla de una serie de luchas que las sociedades contemporáneas han realizado por obtener unos mismos beneficios para todos, entre ellos se encontrarían los servicios. A su vez la ausencia de igualdad trae nefastas consecuencias para el desarrollo de un país.

Esta situación hace que las oportunidades sean restringidas para una parte de la población, ya que la cobertura ofrecida es de muy baja calidad y poco competitiva. ¿Qué tanto el sistema educativo logra atenuar las diferencias individuales y sociales que afectan la igualdad de oportunidades? Según Boudon (1973), la desigualdad de oportunidades en la enseñanza es evidentemente uno de los determinantes principales de la inmovilidad social. En el caso de Colombia, es un entramado de variables que debe ser estudiado en sus contextos para analizar las consecuencias que tienen en nuestra sociedad esta ausencia y determinar cuál es el papel del Estado frente al derecho a una educación de calidad.

El debate por la calidad de la educación debe ser uno de los temas más importantes para abordar la desigualdad de oportunidades, ya que la ausencia de la calidad de la educación básica y secundaria es la misma en la educación superior, y, de hecho, están relacionadas. En Colombia se han hecho estudios acerca de la medición del acceso, permanencia y cobertura de la educación básica y secundaria. Sin embargo, los estudios acerca “del tema de la equidad social en las oportunidades educativas, particularmente en la educación superior, es un tema poco analizado en Colombia, no forma parte central del temario de la política educativa, ni constituye un propósito explícito, plasmado en escenarios futuros deseables que orienten la política y la planeación educativa” (Gómez 2001).

En lo que concierne a las políticas de acceso a la educación superior hay mucho por hacer: es necesario crear un objetivo claro como país, con el fin de examinar los factores que facilitan el ingreso a la educación de calidad a través de una propuesta de política de Estado que no solo se proyecte para cuatro años a través de programas sino que sea de largo aliento.

Referencias:

Boudon, R. (1973). L´Inégalité des chances. La mobilité sociale dans les sociétés industrielles. Paris: A. Collins.

Dejusticia (2013). Educación y clases sociales en Colombia. Bogotá: Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad.

Gómez, Víctor Manuel (2001). “La política de equidad social y la transformación de la educación superior”. Documento presentado en el coloquio “Universidad, Estado, Sociedad”. Ascun, U. N., OUI, Icetex. Nov. 7-8, Bogotá.

* Licenciada en filosofía y letras, magíster en Educación, estudiante de doctorado en Educación en la UNED (España). Profesora asociada de la Universidad de San Buenaventura. Analista del portal digital Razón Pública.