Editorial

A unos meses de iniciar el periodo electoral en Colombia, el panorama político nos está dando ciertas pistas de lo que serán las campañas y los debates electorales de cara a las legislativas y presidenciales de 2022. La semana pasada el anuncio de la precandidatura de Alejandro Gaviria nutrió el ya álgido debate sobre el futuro de las presidenciales, pues su candidatura se suma a una larga lista de políticos que empiezan a participar el juego político a través de alianzas, coaliciones y pactos que les asegurará su participación en el tarjetón para las elecciones de mayo. La candidatura del ex rector se buscará a través de firmas a pesar de tener un aval asegurado del Partido Liberal. En este panorama, los partidos de centro deberán encontrar en sus mecanismos de democracia interna y en sus habilidades de negociación la salida a la incertidumbre de quién será el candidato centrista. Sin embargo, a pesar del ruido que generan las elecciones presidenciales, las legislativas serán igual de importantes, pues en estas se definirá la gobernabilidad del nuevo ejecutivo y el paquete de proyectos de ley que sacará a Colombia adelante tras la crisis del COVID-19, la crisis social que se visibilizó en el paro nacional y la crisis económica y fiscal en la que entramos meses atrás. Las elecciones del 2022 son el escenario idóneo para medir la madurez de las instituciones democráticas del país y su evolución tras seis años desde la firma del acuerdo de paz. También será un momento clave para determinar qué partidos políticos han logrado adaptar sus estructuras internas a las nuevas formas de hacer política y, sobre todo, a las nuevas formas de atraer al electorado. También, deberán adaptarse a los cambios que trajo el juego legislativo tras la implementación del estatuto de la oposición que permitió unos partidos de oposición más activos y con mayores garantías en el ejercicio político. Las elecciones regionales de 2019 demostraron que el juego político impulsado por las alianzas regionales y las maquinarias políticas se transformó y se convirtió en un reto para partidos que han mantenido su poder en la política central nacional como el Cambio Radical y el Partido de la U. De esta manera, tras el cambio en las preferencias de los votantes, serán las elecciones legislativas las que nos permitirán ver de qué manera los cambios políticos y sociales más recientes han movilizado las preferencias de los votantes a sus agendas y de esta manera asegurarse curules para la nueva corporación. Partidos pequeños como el Mira y Colombia Justa y Libre perderán peso en el juego mientras partidos medios como el Verde se hacen camino en la política nacional. Los partidos colchón como el Conservador y el Cambio Radical deberán solucionar los retos que significa mantener lealtades regionales y maquinarias políticas ya deterioradas desde las regionales y otros perderán peso a medida que sus miembros más importantes los abandonan para irse a otras filas o para crear partidos alternos que terminarán siendo sus contrincantes políticos como le está pasando al Polo Democrático, al Partido de la U y al Liberal. Ahora bien, a pesar de la distancia que ha tomado la centro izquierda de la izquierda pura, ambos grupos políticos deberán ser estratégicos en cómo llegan al legislativo, pues un sector dividido podría amenazar la capacidad de generar coaliciones importantes para pasar proyectos, definir la gobernabilidad del ejecutivo, y, ante todo, ganarse los cargos de las mesas directivas de plenarias y comisiones, pues es allí donde los agentes definirán la agenda legislativa y las estrategias para pasar leyes y hacer control político. Finalmente, tanto la izquierda como la derecha tendrán algo en común en estas elecciones, y es que ambas deberán acudir a las coaliciones y alianzas con sectores cercanos, lidiar con una ciudadanía más activa y dolida y un sector privado temeroso. En ambos casos, su capacidad de disciplinar sus filas y evitar la fragmentación, así como lograr alianzas en la política nacional y regional definirán quién se quedará con las mayorías del legislativo. Los resultados de estas elecciones determinarán el ambiente político para las regionales del 2023 y lo más importante, la gobernabilidad del nuevo ejecutivo.